Salvador de Foronda

Diez Mil Preguntas

Salvador de Foronda


La nueva especie humana

24/11/2022

Hay que ser tontos para defender los ataques a obras de arte perpetrados por los autoproclamados activistas por el clima. Esta nueva actitud me ciega la vista con solo ver la evolución de estos cerebros ecológicos que defienden sus ideas con Loctite o con salsa de tomate impactado contra los cuadros en diferentes museos. No saben que el arte ha hecho bastante más para concienciar a la población sobre la necesidad de cuidar al planeta que todo el movimiento ecologista en su historia.

Se creen inteligentes y listos, los defensores del clima, y para ello utilizan materiales contaminantes como pegamentos, espray, además de ropa poco sostenible para autoproclamarse el comando Loctite y adherirse a los marcos de Las Majas de Goya en el Museo del Prado. Estos nuevos Veganos-Loctite de la ecología contaminante son primos del colectivo Almas Veganas, que acogen animales que dicen estar en la esclavitud y para ello separan a los gallos de las gallinas «para evitar que las violen» (sic). 

Nuestra sociedad ha creado una nueva especie de tontos ecológicos que con los años formaran parte del Museo, no de la Evolución sino del denominado 'retraso evolutivo de la especie', variedad a estudiar y que será difícil enderezar cuando la incultura se expande en sus cerebros. Por ello es importante investigar un tratamiento capaz de anular al cromosoma Loctiteevolutivo, que ha logrado generar una ralea de ineptos.

Al final, esta casta considera más cómodo llamar la atención al atentar contra el arte en los museos de Europa que ir a China, India o Rusia para protestar contra las economías más contaminantes del planeta, y eso que ninguno ha asistido a la cumbre anual de la ONU sobre el cambio climático que se acaba de celebrar en Egipto. Esos veganos de la pintura saben que estos regímenes no iban a ser tan tolerantes con estas chiquilladas, como las democracias europeas, que les dejan libres tras atentar contra lo más preciado del patrimonio público.

Al final, mi vida sigue con ese intento de vivir la realidad basada en la defensa de una ecología del mundo natural diseminada en los bosques, montañas y mares, sabiendo que hay también una ecología del mundo de las abstracciones mentales, las ideas y el pensamiento que me hace no percibir las tonterías de esta nueva especie.