Jesús de la Gándara

La columnita

Jesús de la Gándara


Tristeza colectiva

06/12/2021

Nadie sabe bien de donde viene la palabra tristeza, pero todos sabemos cómo se siente. Pena, melancolía, nostalgia, un dolor universal que cada uno siente a su manera. A veces aflige por dentro y otras gime por fuera. Puede ser individual o colectiva, un afecto o una afección. La diferencia es que el afecto se puede cambiar y no deteriora la vida, y la afección es duradera y abruma la existencia. Si es persistente e intensa se llama depresión, y lo que mejor la define no es tanto estar triste como no poder ponerse alegre, que nada te saque del hoyo. Si estás triste y nada te alegra, nada te estimula, nada de nada, entonces la vida deja de tener sentido, estamos enfermos y necesitamos ayuda, tratamiento, normas de vida y psicoterapia, y, ahora la buena noticia, con eso la mayoría de las personas mejoran o incluso se curan. 

Pero cuando la tristeza es colectiva, cuando afecta a una familia, institución o país, cómo se resuelve, qué antidepresivo, psicoterapia o normas usar. Pongamos una empresa que por lo que sea ha ido flaqueando en recursos, productividad, beneficios, eficacia, etc. Poco a poco eso va calando en el ambiente, afectando al ánimo colectivo, se nota en las actitudes, el lenguaje las quejas durante el café. Más desgana y menos energía, más desidia y menos compromiso, menos bromas y más bajas. El clima interno se ensombrece, un capa cenicienta desluce el lustre de la profesión y deja paso al desgaste del trabajo. ¿Cómo evitar que la empresa se vaya a pique, que los trabajadores acaben quemados y huyan? No es fácil, pero es posible. Hay que empezar por los líderes, cambiarlos por otros más influyentes, con prestigio profesional y experiencia en el manejo de grupos humanos. Hay normas para las condiciones del trabajo, mejorar horarios, comodidades e incluso la estética. Y normas para los trabajadores, descansos, formación, participación, sueldos, cambios de puestos, etc. Pero todas pasan por la recuperar la profesionalidad, ese concepto es cardinal. Profesional es el que profesa, el que habla con orgullo de su profesión, la defiende y comparte, conoce bien las teorías y técnicas que sustentan su trabajo y mejoran los resultados prácticos. Los buenos profesionales contagian a los demás orgullo y alegría, nada que ver con lo que está pasando en algunas instituciones públicas que tanto necesitamos. Luego, habla bien de lo que eres y mejorarás lo que haces.