Samuel Gil Quintana

Libre de marca

Samuel Gil Quintana


Mumonotonía

23/11/2020

A Estopa le faltaba el aliento, la pasta... y a mí me falta Miki Muñoz. El de Blanes, brújula perfecta junto a Cerrajería durante la temporada pasada, continúa empezando los partidos desde el banco. También este sábado, con Undabarrena ausente por sanción. No quisiera yo, aquí de juntaletras, jugar a ser entrenador. Para eso ya están otros. Pero es evidente que hay momentos en los que el equipo blanquinegro necesita otra cosa. Y que todos o casi todos esperábamos ver a Mumo ocupando la vacante del capitán. Como las serpientes, de un día para otro, el Burgos mudó ante el Marino su piel por una más segura. Sin riesgos y con Saúl Berjón tirando de guante en cada centro.

Al descanso, con ‘Song 2’ de Blur - vaya temazo - sonando por la megafonía del estadio, el Burgos ganaba 1-0 porque Aramburu, el meta visitante, que no había podido hacer nada en el primer gol, se desquitó con una manopla salvadora a remate de Elgezabal tras otro centro de Berjón. En el 60 salió Miki para acompañar a Galder pero Galder ya no estaba en el campo. Me recordó un poco a mí, cuando de pequeño pasé un verano entero esperando a reencontrarme con mi mejor amigo en el colegio y al llegar septiembre, mi amigo se había ido a vivir a otra ciudad. Contra el Langreo el Burgos atacó mucho y bien. Igual que en Valladolid. Y sí, defendió mal dos llegadas que costaron dos goles. Pero de poca chispa, nada de nada. Chispa faltó este sábado. El Marino propuso un baile pegadito y lento, ideal para cortejar a los de Calero en una balada, y los locales se contagiaron. En ese tempo monótono, apareció Piscu con el tango y me gustó Rosales. Y me gustó, también, ver a Míchel Zabaco celebrando de blanco y negro. Pocas sensaciones hay en el mundo tan bonitas como la de ver marcar a un burgalés en El Plantío.