Fernando Lussón

COLABORACIÓN

Fernando Lussón

Periodista


Espadas en alto

07/02/2023

Habrá que esperar, a expensas de lo que decida hoy martes la Mesa del Congreso sobre la admisión a trámite la reforma de la ley del solo sí es sí, para conocer las enmiendas que Unidas Podemos presenta a la modificación presentada en solitario por los socialistas, porque hasta el momento se conoce cuál es la propuesta del Ministerio de Justicia, pero nada se sabe de la que ha presentado el Ministerio de Igualdad para lograr la cuadratura del círculo de mantener el consentimiento como clave del arco de la ley –lo que no discute el PSOE-, aumentar las penas por los delitos de abuso sexual –lo que asume Unidas Podemos para evitar a futuro los efectos indeseado de la ley- y que el agravante de la violencia o intimidación no vuelva a ser una condición que tenga que ser demostrada por la mujer agredida.  

La ministra de Igualdad, Irene Montero, ha aceptado, tarde y a regañadientes, que la ley ha tenido unas consecuencias que se minusvaloraron en su día, y que era preciso proteger la dimensión positiva de la norma en cuanto a la protección de la mujer agredida aunque fuera volviendo a los baremos punitivos que se habían modificado con la ley del solo sí es sí al aunar los delitos de abuso y agresión sexual, pero sin poner en cuestión el consentimiento. Una vez dado ese paso de nada sirve jugar al enroque y seguir tensionando a la ciudadanía que asiste estupefacta al desaguisado,  sobre todo cuando se pone en libertad a violadores sobre los que existen dudas fundadas de su rehabilitación, aunque tarde o temprano serían puestos en la calle.  

Desde el punto de vista judicial, una vez más se está ante la costumbre inveterada de legislar en caliente, de resolver los problemas mediante el populismo punitivo, porque no parece que haya tiempo para esperar a ver cuáles son los efectos reales de la aplicación de la ley –de los efectos conocidos se pueden sacar conclusiones distintas de orden jurídico y político, pero de difícil justificación ante las víctimas y su revictimización- a pesar de que los actuales condenados podrán seguir acogiéndose a la ley del solo sí es sí que seguirá siendo la más favorable para ellos.  

Desde el punto de vista político, la ley del sí es sí ha causado al Gobierno una de sus crisis más profundas desde distintos puntos de vista: en primer lugar y más importante, por el fiasco de la aplicación de la propia ley; y a continuación, por el pulso que ha mantenido la ministra de Igualdad, Irene Montero, con la parte socialista del Ejecutivo que, en principio no desembocará en una crisis de gobierno, al menos provocada por Unidas Podemos con la dimisión de Montero, una prerrogativa de Pedro Sánchez al que desde el PP se señala como el responsable máximo del estropicio de la ley. Es muy posible que cualquier otra discrepancia posterior que se utilice para romper el Gobierno no sea tan grave como esta, y solo razones de oportunidad política ante la proximidad de las elecciones territoriales dilaten la ruptura.  

Cuando se conoce que el PSOE está dispuesto a negociar las enmiendas a su propuesta con sus socios parlamentarios, que los  acusan de haber aceptado los argumentos del PP para modificar la ley del solo si es sí, habrá que ver si el partido de Feijóo mantiene su oferta de apoyar al Gobierno ahora que se van a aumentar las penas de los abusos sexuales, o se trataba de un regalo envenenado para acentuar el conflicto interno.