Blanca García Álvarez

De aquí y de allí

Blanca García Álvarez


Moción sin mesura

23/03/2023

Tengo un miedo tirando a irracional de envejecer y Tamames no está ayudando a amainarlo. Dicen que la experiencia es un grado, que con los años aprendes a valorar el tiempo y a dejarte de tonterías que no llevan a nada. Parece que estas verdades no se aplicaban a esta moción de censura presentada ya con acta de defunción y que nos ha hecho -a la nación en su conjunto- perder una semana de trabajo parlamentario.

Como quien cocina y piensa que cuando apaga el fuego ya está todo hecho. Luego llega a quien le toca fregar, en una soledad más profunda y un agua que hiela. Ahora llegarán las prisas por recuperar los días perdidos, las horas invertidas y volver a un pasado que sigue avanzando. Lo mismo sucede cuando tienes puente un lunes: te alegras de tener un día de fiesta hasta que llegas el martes con el pie cambiado y el buzón del correo como si te hubieses ido un mes de vacaciones.

Pienso mucho en mis compañeros (amigos) periodistas y asesores parlamentarios. Ellos son los que llevan semanas de trabajo sin descanso para acudir con los deberes hechos a lo que los demás vemos como un sinsentido por orgullo de los gallos del corral. 

El lunes, once horas de 'debate' en el que se sucedían monólogos a los que Tamames no respondía. El martes, otra jornada semejante y una votación que, para sorpresa de nadie, no llegaba a ningún sitio.

Un profesor universitario, que luchó por la democracia y sus ideas, convertido en una marioneta que ha cortado las cuerdas que le ataban y ha tomado vida propia. Todo para decir que se aburría en sesiones interminables, no aportar absolutamente nada al debate político y no levantar más que las risas de aquellos que ven la política como premiar a quien tenga mayor capacidad de meter el comentario más hiriente y que menos sume al debate de las ideas.

«Interrumpió al presidente del Gobierno», dicen entre risas, como si ese segundo de vergüenza ajena y falta de educación para callar a Sánchez hubiese hecho que mereciera la pena los ríos de tinta y trabajo corridos por una moción sin mesura.