Antes de que el Sheriff Tiraspol nos pintara la cara -de colorado-; hiciera del Madrid carne de meme y solucionara las dudas de los seguidores culés para el disfraz del próximo Carnaval (creo que ya se han agotado los de defensor de la ley en el salvaje Oeste), me había propuesto escribir sobre los encantos y las tradiciones de una Unidad territorial autónoma con un estatus jurídico especial de Moldavia (es lo que pone en Wikipedia que es Transnistria). Pero fue tal el bochorno que opté por poner tierra de por medio y centrarme en Valdeajos, que es otra Unidad territorial, que aquí llamamos pedanía. Pertenece al Ayuntamiento de Sargentes de la Lora y ha cambiado de alcalde esta semana tras una esperpéntica moción de censura. 
La crónica de lo que allí aconteció el pasado miércoles a primera hora no tiene desperdicio. Más propia de Amanece que no es poco, como decía la información. Los vecinos y autoridades que aparecen en las imágenes que ilustran el reportaje de DB podrían ser protagonistas o figurantes de un remake de la surrealista película de José Luis Cuerda. 
El día comenzó en ese pueblo del páramo  con una alcaldesa socialista y terminó con un regidor de Ciudadanos. Mediaron votos dudosos, denuncias y voces. En ese afán por tocar poder antes de extinguirse, el partido mandarina se ha convertido en experto en mociones en pequeñas localidades. Ahora se ha hecho con el bastón de mando en Valdeajos y en abril lo hizo en Tórtoles de Esgueva, tras otra controvertida censura. 
Ignoro cómo serán los políticos en Transnistria y si allí se dedicarán a mover la silla al rival en cuanto tienen ocasión, pero aquí no tengo claro que lo hagan por el bien comunal. Más bien me decanto por pensar que lo hacen por el suyo personal.