La Consejería de Educación vuelve a la carga nueve años después y quiere sacar de las cocinas de una veintena de colegios a su personal. Sin entrar al debate de la calidad de la comida recién hecha con producto de cercanía en comparación con la preparada a 80 ó 100 kilómetros y tratada para su recomposición posterior en hornos o similares, tengo claro que en la Junta de Castilla y León están 'A Dios rogando y con el mazo dando'.

Casi no hay día que no se hable del vaciamiento del medio rural en esta longeva región o de medidas para tratar de frenarlo y resulta que, en vez de conservar los pocos puestos de trabajo que arraigan a mujeres en el medio rural y por tanto a las familias, pretenden destruirlos para trasladarlos a la capital de la provincia, donde hay oportunidades más que de sobra para trabajar. Señores, esto no va de destruir, sino de construir y, si no les sale muy rentable tener a cocineras en los colegios de la provincia, ¿por qué no piensan en rentabilizar su trabajo de otro modo? 

A mi se me ha ocurrido uno. Además de los menús escolares, que en algunos centros son muy pocos, podrían aprovechar a estas profesionales y las magníficas instalaciones de las cocinas de los colegios para preparar menús para personas mayores que se podrían llevar a sus hogares y así hacerles la vida más fácil y más feliz. De este modo, el cátering, pero para mayores, lo cocinaríamos en los pueblos, donde hace falta empleo más que el comer. O si no, ¿cómo creen ustedes que se va a mantener la población? No sé si saben que los maestros y maestras en su mayoría residen en Burgos capital y viajan cada día para trasladarse a sus colegios. Apenas unos pocos profesionales de la enseñanza echan raíces en los pueblos. Así que, al menos, déjennos a las cocineras.