A veces, la celebración de alguna fecha o el desarrollo de algún acontecimiento como ha sucedido el pasado domingo, Día de las Bibliotecas, y sucede esta semana en la que tienen lugar en el Teatro Principal las jornadas que sobre Auschwitz desarrolla el Instituto Nacional Auschwitz Birkenau de España, te llevan a repasar textos y otros documentos relacionados con ello. 
El bibliófilo y estudioso del libro Alberto Manguell recordaba el caso de la bibliotecaria de Auschwitz cuya historia luego noveló Iturbe. Relata el coraje de Dita Krausová y de Fredy Hirsch, que hicieron del barracón 31 del campo de  Auschwitz un espejismo, un soplo de vida dentro de aquel abismo de sombra y laberinto de exterminio. Dita, la bibliotecaria, prestaba a los niños ejemplares de los apenas 8 libros que tenían pero que permitían durante un tiempo que se medía en páginas imaginar o aprender algo, soñar y viajar a través de las pequeñas hojas de un atlas, conectarse con un mínimo destello de luz que mostrara que algo humano quedaba en alguna parte. Hirsch, que prestó todo su apoyo y apostó todo para que la deportada Dita  pudiera organizar aquello, era un instructor de deportes  que prefirió jugarse la vida ante que huir. Igual que decidió jugársela en Italia otro deportista, el ciclista Gino Bartali, quien utilizó su bicicleta, además de para ganar dos Tours de Francia y tres Giros de Italia, para esconder la documentación necesaria que permitió salir del país a casi mil judíos.
Hay muchos ejemplos de coraje y compromiso como el caso de la bibliotecaria de París, D. Reeder, que creó el Soldiers Service para entrega de libros a soldados en el frente; o el de Clara de Chambrun,  dispuesta a llevar ella los libros a los lectores  a los que se les prohibió  el acceso a bibliotecas; o el de la Brigada de Papel, bibliotecarios judíos en Vilnius, que por las noches escondían libros y documentos en los ghettos, con la esperanza de mantener su cultura y religión…
Al margen de la deplorable actual censura por todas partes de determinados temas y autores, las bibliotecas y la memoria siempre son diana en las guerras y en el conflicto. 
Mi reconocimiento y  enorme agradecimiento para todos los bibliotecarios que, como la de Auschwitz o en otro contexto, como la bibliotecaria que encarna Betty Davis en la película En el ojo del huracán (Storm Center, 1956), viven por el libro y porque el conocimiento y la imaginación vuelen por encima de cualquier miedo. Son el modelo.