Roberto Peral

Habas Contadas

Roberto Peral


Reacción

01/02/2021

Todavía no nos han vuelto a encerrar en casita, pero el escenario de este recién nacido 2021 se va pareciendo tanto al confinamiento que se nos impuso la pasada primavera que dedicamos el fin de semana, qué remedio nos queda, a leer Rojo y negro, desempolvar nuestros viejos juegos de mesa o intentar construir una maqueta de la ópera de Sidney con mondadientes. Cada cual se aburre como puede en estos días de obligado recogimiento, en función de sus aficiones y de su particular entendimiento, así que no nos ha sorprendido en exceso que un grupo de vecinos de nuestro robusto poema tallado en granito -convencidos todos ellos de que el virus que ha transformado nuestra vidas no es sino un embeleco y, en consecuencia, declarados en rebeldía contra las medidas decretadas para atajar su propagación-, se haya organizado en las redes sociales bajo la denominación de ‘Burgosreacciona’ y se dedique a llamar al sabotaje de edificios públicos y otros actos de protesta violenta más o menos imaginativos.

Algunos de los internautas complotados en tan singular asamblea proponen ataques contra políticos, maestros, médicos, periodistas y otros culpables del “fascismo sanitario” que a su parecer nos asola; otros, que no por negacionistas dejan de exhibir una naturaleza pragmática digna de mejor causa, instan a empezar por boicotear la sede de Hacienda; y otros, en fin, echan su propio cuarto a espadas y se dedican a cuestionarse el holocausto judío y otras atrocidades pretéritas que la Historia se empeña en demostrar.

Se dirá que no se trata sino de un grupo de descerebrados incapaces de afrontar la frustración que les produce el tedio o la oquedad de su cabeza, y que, en todo caso, ha de aceptarse que todo colectivo social cuente con su inevitable porcentaje de cretinos. Pero lo cierto es que la incertidumbre y el hartazgo que ha sembrado en nuestras sociedades una pandemia que dura ya un año está produciendo intermitentes fenómenos de radicalización, muchos de ellos débiles y efímeros, mas algunos con una capacidad de difusión tal que debería hacernos reaccionar. Por empezar por algún lado, quizá los poderes públicos deberían convencerse, y convencernos, de que solo una acción coordinada, conjunta y leal permitirá que salgamos de esta lo antes posible.