'Agosto, el frío en el rostro'. Así reza un viejo refrán castellano que, como otros tantos, se ha quedado obsoleto en vista de la realidad climática que tenemos encima y es que, en la recta final del verano, estamos viendo que los termómetros no dan tregua y que no llegan las ansiadas lluvias que devolverían al campo algo de su frescor y alejarían el fantasma de los incendios que nos está manteniendo en vilo durante todo el periodo estival.

El del 22 está siendo un verano extraño que ha dejado las ciudades vacías como nunca y ha llenado los pueblos y los destinos vacacionales, en un afán por disfrutar lo que no nos dejó la pandemia, esa a la que ahora ignoramos, y de cerrar los ojos y llegar descansados y con más ánimo a las penurias que dicen que nos esperan a partir del otoño, no sea que luego cueste más o sea imposible.

La nota positiva que nos deja este periodo es la recuperación de la actividad cultural en toda la provincia, que tiene su cara más visible en la reactivación de los festivales de música, suspendidos durante los últimos años, en los que el público ha participado con muchas ganas. Ahí están el Sonorama en Aranda, el Artim de Espinosa de los Monteros, el WIM en Frías o el Pollogómez de Villangómez, entre otros muchos que han animado el ambiente y la economía de nuestros pueblos.

Desgraciadamente, hay que lamentar la cancelación de uno de los más veteranos, el Demandafolk, que en coherencia con la máxima de respeto al medioambiente con el que siempre se ha celebrado, no ha hecho caso omiso del alto riesgo de incendio en la zona fruto de las altas temperaturas. Esto ocurría tras el grave suceso que afectaba a la zona del Arlanza que, sin duda, ha sido el más lamentable de nuestro verano con muchas hectáreas de monte arrasadas, explotaciones y varias localidades muy afectadas por un incendio que llegaba a amenazar un lugar tan emblemático como el monasterio de Santo Domingo de Silos.

Esta semana volvemos a la rutina que marca el inminente comienzo del curso escolar esperando que el futuro próximo no llegue tan negro como lo pintan y que el verano del 22 sea el más extraño de todos los que nos quedan.