Jesús de la Gándara

La columnita

Jesús de la Gándara


El amor en tiempos de covid

19/10/2020

Más allá de los datos, están las anécdotas más amables de la peculiar vida en Covilandia en ellas en cosas como el amor. 
Veamos, las feromonas son sustancias misteriosas e invisibles, como el virus; que ni saben ni huelen ni se notan, y que, como el bicho, también matan, pero de amor. Son las que hacen que nos sintamos atraídos sexualmente por otra persona, el estímulo que desencadena eso que llamamos amor a primera vista, que en realidad debería llamarse amor a primera química. Cada cual tiene las suyas, peculiares y únicas, y los demás las percibimos en un misterioso órgano vomero-nasal que se supone que está en las narices. Lo cierto es que, nos percatemos o no, activan la atracción sexual ente las parejas más compatibles genéticamente, y así se mejora la calidad de la descendencia. Aunque, eso sí, no siempre las parejas más feromónicas son las más compatibles psicológicamente o las más convenientes socialmente.
Pues bien, ahora, las mascarillas, las soluciones desinfectantes y las distancias, puede que impidan que las feromonas actúen correctamente, con lo cual los enamoramientos por flechazo, la química del amor, también se van a resentir. El erotismo y el sexo apasionados se aplacarán, y los amoríos y casamientos se realizarán en función de otros criterios más prosaicos, más de conveniencia, lo cual, dicho de paso, no sé si es peor o mejor, pues los males que los flechazos y las hormonas ingobernables han generado a lo largo de la historia, desde Troya a nuestra casa real, son incontables y dantescos. Puede que la pandemia, entre otras cosas, condicione una generación de amores más racionales, más convenientes, pero también más aburridos, menos emocionantes, y puede que de peor calidad genética. Nuestros amantes de Teruel, protagonistas del lance de amor feromónico más bello y dramático de la historia, tendrán que seguir inspirando las novelerías amorosas de pan amor y fantasía.
Tal vez por eso, nuestra juventud apasionada y febril, con sus hormonas apelando al sexo y al amor, no soportan tanta mascarilla, ni tanta coerción del cuerpo a cuerpo, y así nos va con las estadísticas, aunque, a lo mejor, a largo plazo, los anticuerpos que generen sus amores apasionados sean nuestra mejor vacuna contra el innombrable.