Cada año tiene su foto emblemática, casi siempre de alguna catástrofe que produce un sufrimiento que convierten el hecho en emblemático y definitorio. Este año la foto tendrá Ucrania como escenario y ucranianos como víctimas-protagonistas. De momento, tres semanas después del comienzo de una invasión convertida en guerra desigual y criminal, disponemos de, al menos, dos fotos para el relato. La primera, del 6 de marzo, domingo, enseña una maleta vertical y varios cuerpos cubiertos en el suelo. Corresponden a Tania Perebeynos (43) y a sus hijos Alisa (9) y Nikita (18), huían de Irpín a la cercana Kiev. Un mortero ruso acabó con su vida. Artillería disuasoria, intimidatoria y criminal que busca la rendición incondicional de Ucrania. 

La segunda foto, tres días después, tiene como escenario un hospital materno infantil de Mariupol, una ciudad hoy famosa por la tragedia de la guerra. Un misil estalló a la entrada del hospital y acabó con la vida de varias personas (pudo ser peor) entre ella una niña de seis años. Hay foto. «Una atrocidad», dijo el presidente Zelenski; una más de las muchas por las que algún día se pedirán cuentas a Vladimir Putin y algunos más de sus colaboradores directos que ya están acusados de "criminales de guerra".

No es probable que los que han protagonizado como agresores esta guerra escapen de esa acusación ante algún tribunal internacional. Los hechos acreditados para fundamentar la acusación son evidentes y están ya documentados durante las tres semanas de guerra. No serán los únicos, lo que viene proporcionará nuevos testimonios aun más estremecedores. Van a ser muchas fotos del año para otro álbum de la 'infamia' con el nombre de Putin en su primera página. 

El ejército ruso ha violado la legislación internacional desde la cruz a la raya, Tratados, Acuerdos, Protocolos, compromisos… todo a la basura con esta agresión que esgrime como escudo la amenaza de una guerra nuclear. El Armagedón como salvoconducto para el crimen. Las fotos del año condenan al agresor que no puede salir impune. Como dijo el esposo de Tania: «para qué todo esto? ¿qué vendrá después? Solo hay dos respuestas, la justicia o la vergüenza».