La comunidad de Madrid se acerca a los siete millones de habitantes. El cuarenta por ciento salía fuera por vacaciones de Semana Santa antes de la pandemia. Cerca de tres. La patria del chotis recibía a la vez un poco más de medio millón de visitantes en el mismo periodo. Huelga decir que casi todos extranjeros. Por supuesto. El ADN del españolito medio, incluso de los nacidos en Guernica o el Segriá, sólo entiende de playa o torrijas de Carmona el septenario previo al primer domingo de luna llena de primavera. Así que el balance contable es inequívoco. Dos millones y medio de problemas menos. La cloacas de la taifa de la señora Díaz, doña Isabel, que evacuaban cada jornada de pasión trescientas setenta y cinco toneladas menos de aguas mayores, y cinco millones de decímetros cúbicos de menores. Dos litros y ciento cincuenta gramos por persona y día. Lo que se mea y caga en perfecto estado de salud. Supongo que por eso me ha escandalizado. Me refiero al ventajismo casi pornográfico del que está haciendo gala la chica Almodóvar del partido popular. Madrid debe abrir en Semana Santa, está cacareando a todos los gallos de no importa qué corral. Por supuesto que también a su pollito Almeida. Y es que la clueca es espabilada. Puede que hasta sepa de matemáticas. Porque su marquesado, tras Ceuta y Melilla, es el de mayor incidencia por contagios cada cien mil personas. Doscientas cincuenta. Cinco veces más que en Extremadura. Dos y media, que en Castilla La Mancha. Y un poco menos que el doble que en Igealandia. Así que la cosa está clara. Doña Isabel conseguiría vomitar de su boca a dos millones y medio de individuos de su rebaño. Seis mil quinientos asintomáticos. También transmisores del virus. La nueva lideresa de la oposición a Pedro Sánchez moviendo el rabo a toda velocidad. Esparciendo su mierda. Como la reparten los hipopótamos. Y todo lo contrario a Hans Kluge. El director de la OMS Europa que certifica una nueva subida de la infección. Más del nueve por ciento en la mitad de los cincuenta y tres países de la Unión. Toda una lección de ventajismo. Madrid versus el mundo. Catorce mil cadáveres después. Será la nueva política. Esa en la que todo vale. Incluso trepar. Pisando muertos...