Roberto Peral

Habas Contadas

Roberto Peral


Malos sueños

27/09/2021

Serán ya eminentes cirujanos, y respetados doctores en leyes, y distinguidos ingenieros, pero a muchos de ellos les sigue asaltando en sus pesadillas nocturnas el trance de enfrentarse a un examen de Cálculo Infinitesimal, Derecho Administrativo o Bioquímica que en sus delirios oníricos se les antoja imposible de aprobar. No tienen de qué avergonzarse: el del examen endemoniado es, al decir de la psiquiatría moderna, uno de los malos sueños más recurrentes que padecen muchos seres humanos, junto a los que nos sitúan en el indecoroso apuro de caminar en cueros vivos por una calle atestada de gente o a aquellos que nos empujan a precipitarnos imaginariamente al vacío desde un sexto piso. 
No parece probable que esa angustia que tantos sienten ante la exigencia de una prueba escrita, al punto de solidificarse en sus recuerdos durante años, vaya a alterar en demasía el descanso del aspirante que superó con brillantez hace unos días el primer ejercicio del proceso de selección de un director técnico para Aguas de Burgos, una relación de preguntas que, sin embargo, ni uno solo de los otros catorce concurrentes fue capaz de responder con la suficiencia que se exigía. A quienes sí está produciendo pesadillas el examen de marras es a los funcionarios municipales que han de valorar sus resultados: dos de ellos, el asesor jurídico municipal y el jefe de Bomberos, ya han rehusado dicha responsabilidad, y el jefe de Ingeniería Industrial, encargado de elaborar el cuestionario, se ha visto obligado a declarar que no puede garantizar que su ordenador no haya sido manoseado.
Acaso los recientes e inexplicables sucesos registrados en el servicio de aguas de nuestro suelo bendito, incluida una llamativa destrucción de expedientes -entregados al fuego justo antes de que el equipo de Gobierno empezase a abrir los cajones donde se guardaban ciertos contratos-, hayan contaminado el proceso en cuestión de indeseables suspicacias. O puede que ocurra, como en tantas noches turbulentas, que nuestro cerebro, aprovechando que estábamos dormidos, haya rescatado una reminiscencia del pasado con el avieso propósito de turbar nuestra paz. Imploraremos, en tal caso, el favor de Morfeo, y aquí no ha pasado nada.