Belén Marticorena

Sobreviviendo en la Jungla

Belén Marticorena


República bananera

23/12/2022

Tengo la impresión de estar viviendo en uno de esos países, que desde la distancia llamamos 'repúblicas bananeras', esos donde las libertades y las garantías legales brillan por su ausencia. 

Aquello de la separación de poderes que estudiábamos con desgana hace años, pero que parecía el Santo Grial y cuyo objetivo se nos explicaba, era establecer la libertad de manera que fuera más efectiva en un sistema como el nuestro, distribuyendo los poderes a diferentes órganos de tal manera que algunos limiten los poderes de otros. Es indudable que esta división está dejando de existir, mejor dicho, nuestros dirigentes están arrasando con ella.

El poder legislativo y el ejecutivo hace tiempo que residen en los mismos y así nos va. Por ello no sale una ley con fundamento, con un objetivo claro de adaptar la normativa a las necesidades reales de los ciudadanos. Todo lo que se legisla parece buscar una transformación que, envuelta en una falsa modernidad, realmente lo que quiere es acabar con nuestros derechos. No pasaría nada si estas cacicadas no tuvieran consecuencias, pero las leyes, cuando se aplican y se interpretan, siempre tienen unos resultados y, como estamos comprobando, pueden ser nefastos.

Increíble también este empeño de cambiar a fuerza de decretazo o reforma forzosa todas las normativas para favorecer a unos pocos frente a toda la sociedad. Conducta propia del típico abusón de patio que va imponiendo, acompañado de su camarilla, a diestro y siniestro con golpes y violencia, su voluntad y su criterio frente a todos.

Nos queda tal vez el poder judicial, porque nuestros jueces, créanme Vds. son ahora mismo nuestra última esperanza frente a todo lo que está pasando. Existe una clara campaña de desprestigio para denostar la justicia de nuestro país, y no es para menos, porque es el único bastión que queda de la democracia y quien puede controlar las barbaridades que se están cometiendo.

La justicia trabaja sin medios, sin reconocimiento, siempre bajo la constante presión mediática y política, y ahora también, descabezados. Aun así, acaba llegando. Nos queda ser pacientes y esperar que tarde o temprano la justicia ponga a cada uno en el lugar que se merece.

ARCHIVADO EN: Leyes, Violencia