María Guerrero

Tribuna Sanitaria

María Guerrero


En brazos de Morfeo

06/02/2023

Evocando a uno de nuestros más ilustres y provocadores escritores de reconocido prestigio mundial, D. Camilo José Cela, no percibo la diferencia en lo que al verbo dormir se refiere, entre estar dormido y durmiendo. Lo que sí está demostrado es que el infinitivo del verbo dormir, como acción verbal, debe ejecutarse de forma apropiada tanto en calidad como en cantidad, por su estrecha relación con el mantenimiento de una vida sana.
Sueño hace referencia tanto al acto de dormir, como a la actividad mental durante ese descanso. A pesar de ser una función vital, al sueño no se le otorga la relevancia que merece cuando se plantean hábitos de vida saludables, y en ocasiones se deja en un segundo plano frente a otras recomendaciones. Disfrutar de un sueño reparador y de un número de horas adecuadas de sueño al día es fundamental para una recuperación completa de cuerpo y mente. 

El sueño es objeto constante de investigación como estado con gran dinamismo cerebral, en el que se realizan numerosos procesos fisiológicos dirigidos a mantener nuestra salud, no es un periodo de desconexión cuerpo y mente. Durante este descanso diario se producen diferentes fases del sueño dirigidas a la recuperación de energía, a procesar la información de actividades de aprendizaje, a fomentar la memoria, a la producción hormonal… procesos biológicos básicos.

Cuando se producen alteraciones en el sueño, y éste no es de calidad, pueden repercutir en distintas áreas cerebrales y aparecer problemas de aprendizaje y procesamiento de información, dificultad para la concentración y el rendimiento intelectual, disminución de la capacidad de reacción… El estado de ánimo se altera fácilmente con la falta de sueño, aumenta la irritabilidad, la tristeza y el pesimismo. Existe relación entre las alteraciones del sueño y el riesgo de hipertensión y enfermedades cardiovasculares, y de obesidad. En los niños y adolescentes puede tener efectos negativos en el crecimiento y desarrollo, ya que la hormona del crecimiento se produce durante el sueño.

Las necesidades de sueño se reducen con el paso de los años, y aunque las necesidades de sueño varían en función de cada persona e incluso en función de las actividades que realiza la misma persona, las recomendaciones de descanso nocturno, que oscilan entre 7-9 horas al día, sólo lo alcanza el 25% de la población española. Los ancianos necesitan menos horas de sueño y son más habituales las alteraciones, con despertares. 
Desde la infancia se debe fomentar la higiene del sueño, rutinas que favorezcan el descanso: la oscuridad, el silencio, la relajación; y evitar todos aquellos elementos que lo dificultan: la televisión, los dispositivos electrónicos, los excitantes… y mantener estos hábitos durante toda la vida.

Caer en brazos de Morfeo plácidamente todas las noches nos conducirá a la recuperación de nuestro cuerpo y mente, un buen sueño facilitará el olvido de aquello que no queremos recordar e iniciar un nuevo día con optimismo, y nos permitirá soñar, que el mundo onírico siempre es cautivador y mágico. 

Dulces sueños.