José María Chomón

Bailando bajo el diluvio

José María Chomón


A mis concejales

24/09/2020

Entiendo que ustedes vivan entre Júpiter y Venus, alejados de los problemas mundanos propios de seres inferiores. Ser concejal es un privilegio solo al alcance de mentes de otra galaxia. Es lo que explica que, mientras los humanos que habitamos las tierras del Cid andamos cabizbajos, preocupados por problemillas tan nimios como el paro o el futuro de nuestros jóvenes recién graduados; mientras la atención sanitaria hace aguas; mientras las empresas de transporte público-carretera y ferrocarril- aprovechan eso de la covid para recortar y suprimir trayectos; mientras las infraestructuras prometidas siguen siendo eso, promesas; mientras cientos de familias se encuentran en graves apuros; mientras decenas de negocios bajan la persiana sin haber recibido las ayudas prometidas; mientras cualquier gestión obliga al purgatorio de las colas … ustedes están en la solución de cuestiones de transcendencia universal que, a nosotros, mundanos burgaleses, se nos escapan.
Es trascendente y conciliador que ustedes se reúnan para llamarse franquistas, se acusen de pertenecer a la extrema derecha, de incumplir las leyes, o… simplemente, de apoyar a los terroristas. Resulta gratificante el Juego de Tronos que protagonizan el alcalde, Sr. de la Rosa, y el jefe de Ciudadanos, Sr. Marañón, que desea convertirse en VIRREY con funciones de REY. ¿Para qué un solo cargo, si está capacitado para ostentar media docena? 
Destacaban los filósofos griegos, como característica esencial de un buen político, que la ‘virtud es conocimiento’, y ese conocimiento, esa preparación, ese saber… les da a ustedes sobrado título para ejercer el poder. ¡Es indudable que estamos en manos de los más virtuosos! Los hay incluso que, recién llegados, exigen dedicación exclusiva y sueldo. Así que, mientras nosotros andamos cabizbajos con nuestros problemillas, ustedes bailan bajo el diluvio de los debates trascendentes. Por eso, resulta casi imposible que se llegue a cumplir el famoso dicho: «Cuando los que mandan pierden la vergüenza, los que obedecen pierden el respeto».