David del Cura

Entre pitos y flautas

David del Cura


Palabra del año

13/11/2022

Se acerca el final del año y nos tenemos que ir preparando para las tradiciones socio-culturales que jalonan el calendario en sus estertores. Una que ocupa espacio de comentario, crítica, extrañeza y, a veces, hasta consensos es la elección de la palabra del año. Esta iniciativa que la Fundación del Español Urgente, la Fundéu, puso en marcha en el 2013 nos permite hacer un esbozo de lo que ha sido la evolución de la sociedad, sus usos y sus preocupaciones. Se estrenó con escrache y después llegaron por orden cronológico: selfie, refugiado, populismo, aporofobia, microplástico, los emojis, confinamiento y, en el 2021 la vacuna. Para ser la elegida ha de suscitar interés lingüístico por su origen, formación o uso y haber tenido un papel protagonistas en el año de su elección. 

Este 22, ¡los dos patitos! la vida es azar, arrancó con la última cepa de la covid de la que recordamos el nombre: la omicrón, que tantos festejos de Nochebuena arruinó y a tantos Reyes obligó a llegar a las casas con mascarilla. No terminábamos de aparcar esta peste del siglo XXI cuando Putin decidió invadir Ucrania y traer de nuevo la guerra a Europa extendiendo por el continente una crisis energética que nos ha dejado con las vergüenzas de producción y distribución al aire, ha disparado los precios hasta niveles que los más jóvenes ni conocían y nos ha devuelto a las escenas menos coloristas de los años 80. Si a estos grandes ejes sumamos episodios políticos delirantes como los que llegan desde el Reino Unido, crecimientos y victorias de personajes hasta hace unos meses marginales, escenas televisadas de gran virulencia natural asociadas al cambio climático y la primacía mundial del reguetón… ya tenemos el marco para encontrar esa palabra que ha tenido un papel protagonista en el año de su elección. 

No hay discurso, mesa redonda, presentación de jornadas… que no se inicie con una reflexión general sobre la que nos está cayendo y en algún momento salte la palabra talismán que describe el estado de ánimo colectivo y trata de abrazar esa multiplicidad de hechos sin aclarar ninguno. Si no es en la primera frase es en el primer párrafo pero enseguida el orador se cuela por el atajo de lo que parece ser una descripción holística y no es más que un asidero sobre el que apoyar sus tesis posteriores. Efectivamente, los asiduos a las charlas y 'charletas', los que esperan el canapé, el vino español o el 'piscolabis' ya habrán adivinado que mi propuesta para la palabra del año es incertidumbre, léase IN-CER-TI-DUMBRE, como si se ha llegado al clímax del análisis cuando en realidad asumes que no hay respuestas, depende de la cuestión, para preguntas como ¿Cuánto? ¿hasta cuando? ¿qué va a pasar? ¿qué va a hacer X?... si acudimos al Diccionario de la RAE nos obliga a dar tres pasos. La acepción que recoge es: falta de certidumbre, así que vamos a certidumbre y ya nos señala como significado certeza y es con su ausencia con la que sabemos que la incertidumbre es la falta de un conocimiento seguro y claro de algo o de la firme adhesión de la mente a algo conocible, sin temor de errar. Por eso apelamos a la incertidumbre con tanta soltura por incapacidad para el conocimiento seguro. 

El ser humano con su soberbia natural que había creído en el progreso lineal acelerado desde la mitad del siglo pasado ve ahora como su seguridad da tirones y marcha atrás. Antes, cuando la resignación era un modo de vida se disolvía esto con un Dios proveerá, ahora florecen los de las soluciones fáciles que basan su legitimidad en culpar al otro y en acentuar la división. Quizá sea buen momento para replantearnos una educación capaz de preparar a los más jóvenes para cualquier futuro no solo para el que intuimos con este presente. De educar para el pensamiento… pero se me acaba la columna.