Hoy Burgos amanece llena de bicis y de colores. Estampa inconfundible cada Vuelta a Burgos, la que me enamoró del ciclismo. Recuerdo aquellos nervios esperando al pelotón, aquellos gritos lanzados con la esperanza de convertirse en impulso de fuerza para los súper hombres del maillot, la serpiente multicolor, fascinante, rodando al lado de casa, aquella sensación de día especial, aquel Marino Lejarreta ganando un año sí y otro también ese morado que después lucieron ¡ojo! Perico, Zulle, Jalabert, Olano, Valverde, Contador, Nairo, Evenepoel, Landa… un amor que en mí floreció en la   adolescencia, cual amor de juventud, de esos que siempre tienen algo de eternos, ¿quién olvida los primeros amores?  

Imposible cuando, más en forma que nunca, la Vuelta a Burgos volverá a regalarnos un deporte heroico, salvaje, espectacular, durísimo, bello. Belleza multiplicada por la de nuestra provincia, única. Desde el martes algunos de los mejores ciclistas del momento intentarán conquistar su implacable Picón Blanco, su histórico Camino del Cid, sus carreteras entre viñas y campos en cosecha, el impactante Geoparque Las Loras, Clunia esperando a su emperador ciclista, las rampas de Neila coronando al nuevo ganador, la nerviosa subida al Castillo…paisajes que los ciclistas, aferrados al manillar, sólo podrán disfrutar de reojo, pero que sí verán aficionados de medio mundo. Inigualable escaparate.

Empezando por la Catedral, a la que fue por cierto esta ronda quien convirtió por primera vez en escenario deportivo. A los pies de sus agujas infinitas, Burgos podrá aplaudir a Valverde, al que tanto vamos a echar de menos. Inquietante la sequía de nuestro ciclismo. Leyenda. Apláudanle fuerte. Junto a él, impresionante el cartel: otro ilustre que se va, Nibali, el ganador del Giro, el campeón de España…el ídolo del 'Landismo'… canela fina, 12 equipos World Tour y sí, nuestro Burgos BH. ¡La Vuelta a Burgos! Universal y nuestra. ¡Y van 44! Disfrútenla.