Vladimir V. Laredo

Petisoperías

Vladimir V. Laredo


Y si no, un pony

27/07/2022

De chaval pensaba que cuando fuera mayor tendría perro. Mis abuelos tenían perro, mis tíos tenían perro y mis amigos tenían perro, pero yo no. Así que mi yo infantil daba por hecho que, cuando fuera adulto y libre (ya ven), sin duda tendría un perro. O dos. O diez. Luego crecí, y vi que muchas de esas cosas que supuse de crío que me ocurrirían no han sucedido, y no pinta que vayan a hacerlo pronto. Por otra parte, nunca pensé que acabaría escribiendo en un periódico y aquí estoy, así que la vida siempre puede traerte alguna que otra sorpresa.

Y digo esto porque resulta que, de un tiempo a esta parte, se me está pasando por la cabeza la idea de echarme un perrete. Y eso que va contra todas las opiniones al respecto que tengo desde hace ya varios años. Quiero tener perro, pero no en un piso, porque no me parece justo tener a un animal cerrado en un sitio pequeño, soy partidario de dejar que pueda ir y venir por un jardín, o similar, y yo no lo tengo. Quiero tener perro, pero sé que hay que ser responsable con él y sus horarios, y aunque mi vida es bastante ordenada, no sé si estoy dispuesto a renunciar a mi libertad actual por uno. Y sí, quiero tener perro, pero cada vez que veo a un cívico dueño recogiendo, con mano embolsada, las caquitas (según el perro) de su mascota me conjuro para no tener un perro hasta que aprendan ellos a recogerlas solos.

Así es que, tras mucho pensarlo, he decidido que, en vez de un perro, me voy a agenciar un precioso caballo. Porque, aunque sigue siendo complicado tenerlo en un piso, a cambio, cuando lo saque a pasear, puedo ir al galope subido en él. Además, por suerte, no tengo que llevar una pala y una carretilla para recoger lo que sueltan por los caminos peatonales de Fuentes Blancas, como ya hacen otros cuando los sacan a pasear. Porque yo no sé si ustedes lo habrán visto, pero hay gente que pasea por allí con sus, insisto, preciosos caballos y, mientras al dueño de un perro patada se le obliga a recoger la mínima caquita que deje, un caballo puede dejar su 'regalo' durante metros y metros y sus elegantes jinetes ni siquiera bajarán el volumen de los Cantores de Híspalis que van escuchando cuando por allí cabalgan. Y si no, un pony. 
    

ARCHIVADO EN: Fuentes Blancas, Mascotas