Carmen Hernando

Desde la campiña

Carmen Hernando


Muchos pocos hacen mucho

05/02/2021

Llevamos ya unos años escuchando hablar sobre los Objetivos de Desarrollo Sostenible. Pero no lo suficiente. Desde que, en 2015, los líderes mundiales aprobaron los 17 objetivos globales de las esferas social, económica y ambiental, no se ha avanzado todo lo necesario hacia una sociedad más justa, más próspera y más sostenible.

Y sí. Todo esto, que parece algo de las Naciones Unidas, tan lejano, va con nosotros. Con cada uno de nosotros, con nuestros hijos, con nuestra calidad de vida y también con las oportunidades de las personas que están al otro lado del planeta, que sufren las consecuencias de nuestras acciones. En realidad, los 17 ODS y sus 169 metas no son más que unos indicadores más o menos medibles que hemos elegido para poder comprobar si estamos yendo por el buen camino y a la velocidad adecuada para que podamos sentirnos satisfechos del mundo que estamos creando. No es que yo, fulanita de tal, tenga que volverme loca pensando cómo voy a, por ejemplo, acabar con la pobreza en el mundo y así cumplir el ODS 1. No (aunque tampoco estaría mal). Se trata de vivir de una manera comprometida con el bienestar del resto de las personas y con la sostenibilidad de nuestro planeta (que al final es lo mismo): ser solidarios, respetar los ecosistemas, consumir de forma responsable, evitar cualquier tipo de discriminación… y elegir a representantes que también estén comprometidos con estos objetivos. Porque, seamos sinceros, con Biden tenemos más opciones de que se cumplan que con Trump.

Para que los ODS sean una referencia en nuestro día a día, debemos ser más conscientes de su importancia y de su contenido, de la misma manera que todos tenemos claro que vivimos en un marco legislativo que hemos de respetar. No nos hace falta acordarnos del artículo 145 del Reglamento General de Circulación para saber que los peatones no debemos cruzar cuando nuestro semáforo está en rojo. En el mismo sentido, debemos interiorizar los ODS, hacerlos nuestros y adaptar nuestro modo de vida a sus metas para poder sentirnos orgullosos de contribuir a mejorar el bienestar de nuestros coetáneos y de las generaciones futuras.