Esta semana ha subido el precio de este periódico, así que a partir de ahora es más caro leer esta columna y las esquelas, que es lo que, sobre todo, se lee, aunque cada vez se publican menos pese a que nos seguimos muriendo igual, que aquí no queda nadie de muestra.
La cesta de la compra está por las nubes y esto favorece nuestro tradicional propósito de enero de adelgazar, porque la subida de precios nos aboca a comer alpiste. No pasa nada; en el fondo somos unos gorrioncillos sumisos y asustadizos y no protestamos por nada con tal de tener forraje y Netflix para ver series a cascoporro.
Así las cosas, no parece importarnos demasiado que Burgos se quede descolgado en el mapa de las comunicaciones terrestres y que se estrelle en las aéreas, ni que la ciudad esté sumida en un marasmo insoportable que, no solo no conduce a ninguna parte, sino que atrasa nuestro reloj, ya de por sí atrasado.
Aprovechando, que es gerundio y la ocasión la pintan calva, viejas caras, restos de partidos extintos o en vías de extinción, políticos agusanados, en fin, concurren a las autonómicas del 13 de febrero en Burgos por el nuevo partido España Vaciada, que, como los demás, merece tener voz, pero una voz joven y vigorosa, una voz incontaminada y sin pasado.
Aunque faltan casi quince días, ya estamos en campaña electoral y todo es campaña electoral, enredo, cháchara mentirosa, tirones de pelo al adversario, guerra de guerrillas, barro y postureo político.
Es esta una forma como otra cualquiera de pasar enero, que es un mes obstinado, frío y blanquecino, de soles como cuchillos de luz, en el que andan los días iguales de Neruda persiguiéndose, este año, días víricos y febriles, de gripe, de covid y de quién sabe qué otros males que tienen a la Sanidad al borde de un ataque de nervios.
La pandemia ha propiciado la abundancia de información sanitaria en los periódicos, que parecen diarios médicos en los que solo falta la sopa de letras en la que buscar enfermedades de la piel, psoriasis, eczema, vitíligo y por ahí, los periódicos, que, como la vida, han subido de precio, como este periódico, que en unas horas estará muerto y mañana olvidado y no servirá ni para envolver el bocadillo, porque este enero no comemos bocadillos; alpiste, solo alpiste.
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