Juan Ángel Gozalo

Plaza Mayor

Juan Ángel Gozalo


¿Es el enemigo?

19/07/2021

Si Gila levantara la cabeza, sumaría, sin duda, a sus cómicas e hilarantes hazañas bélicas las bancarias. Hay material de sobra y mucho enemigo atrincherado en los despachos de los jefazos. También en la oficialidad y la tropa que pueblan las sucursales a pie de calle. Es la que da la cara y debe soportar las quejas de los cabreados impositores, pero también participan, por eso de prietas las filas, en esta suerte de melé del desdén. 

¿Dónde ha quedado esa voluntad de servicio al impositor, la empatía, la comprensión, la proximidad… de esas cajas de ahorros? Desaparecida en combate. Los directivos y empleados tienen márgenes de discrecionalidad y maniobra, pero las más de las veces es más fácil y cómodo parapetarse detrás de altas mamparas y escudarse en normas y directrices absurdas que atender correctamente y resolver los problemas de la gente. 

No seré yo quien denueste las nuevas tecnologías digitales y niegue su necesidad en la banca, pero, hombre, no debe rebajarse ni anularse la atención personal y debida, incluso en estos tiempos de pandemia. Sacar dinero de la nómina, de la pensión o, simplemente, pagar recibos, hacer transferencias, abonar multas, tasas, impuestos... es un viacrucis. No siempre hay un empleado amable que te socorra ni tampoco todos tienen hijos, nietos, amigos o vecinos que les ayuden a enfrentarse a operativas que, a veces, exigen no un máster, pero sí una considerable pericia telemática.

Ese cúmulo de desatinos y desatenciones provocan cabreo y hastío. No solo se fijan exiguos horarios de caja o pasan olímpicamente de las largas colas a sus puertas, de coger los teléfonos… sino que dentro de algunas sucursales incluso no hay servicio de caja.

Además de la deficiente atención -como en todo, hay honrosas excepciones-, de ese constante peregrinar de cajero en cajero y de cola en cola está también el uso y abuso de comisiones y de gastos de gestión -incluso por trámites que realiza el cliente por internet-, esa racanería… Los bancos, ayer amigos, atentos, amables y cercanos…, han mutado en una suerte de enemigos, hoscos y alejados del impositor, también en el plano físico. 

Las entidades están a otra cosa y no es precisamente velar por los intereses del ahorrador, de los que tiene la nómina o la pensión domiciliada… Las disculpas de los tipos de interés y de la reducción de los márgenes de negocio no valen porque siguen ganando dinero y no poco.

Parafraseando a Gila termino y pido a los bancos que paren un momento esta guerra… y restañen las heridas del desafecto.