Luis Miguel de Dios

TRIGO LIMPIO

Luis Miguel de Dios

Escritor y periodista


Filomena

12/01/2021

El nombre, por cierto, ¿quién los pone?, se prestaba a cachondeo, como el del protagonista de ‘Filomeno, a mi pesar’, una de las grandes novelas de Torrente Ballester, pero la borrasca de marras fue todo menos jocosa. Ha dejado muchas secuelas y daños y también lecciones que no deberíamos echar en saco roto. La primera, que ya se ha producido en episodios anteriores, es que si la Naturaleza se enfada de poco valen nuestros avances tecnológicos, nuestro creernos el ombligo del mundo, nuestra supuesta superioridad sobre lo que nos rodea. ¿Filomena es consecuencia del cambio climático, tantas veces denunciado por unos y tantas veces negado por otros? No lo creo, pero, como las meigas, haberlas, haylas. Se han producido nevadas fortísimas en otros momentos de la Historia, cuando no se hablaba ni había datos sobre los ataques al clima, pero la proliferación de lo que se llaman fenómenos meteorológicos adversos parece un aviso muy serio, como si la citada Naturaleza nos estuviera diciendo «por ahí vais mal, muy mal».
La segunda lección es que da igual Filomena que Filomeno, que el asalto al Capitolio, que la Covid, que las vacunas, que el confinamiento; todo acaba utilizándose para una absurda batalla política (o partidista) que tiene al personal perplejo y cabreado. ¿No se pueden poner de acuerdo en nada de nada de nada, ni siquiera ante catástrofes como Filomena o tragedias como la pandemia?, ¿qué pensar de dirigentes que buscan sacar rentabilidad electoral o el desgaste del rival con cualquier excusa, aunque esta sea un drama humano?, ¿quién les aconseja?, ¿no hay ningún asesor de esos tan bien pagados que les advierta de los errores y les pida sensatez, sentido común?, ¿o es que si les reclaman eso les cesan? Filomena ha sido un eslabón más de una larga cadena que no conduce sino a la crispación, a la desconfianza en los que nos mandan. La borrasca nos ha traído nieve, frio e incomodidades, pero también el sabor amargo de choques pueriles cuando la situación y los ciudadanos exigen unidad. Una pena.