Evaristo Arzalluz

Plaza Mayor

Evaristo Arzalluz


Cuento de Navidad

30/12/2021

Amancio no conseguía dormir. Se dijo: «He cenado sólo unas verduritas, sin aceite ni sal, o sea que por excesos no es, es por la conciencia. Y además como esta noche es Nochevieja, me da por hacer examen». Otra vuelta en la cama, los ojos como platos.

Entonces se le apareció el fantasma de su padre: «¿Amancito, hijo, por qué no duermes?» 

«La conciencia, padre, que me corroe porque soy muy rico. Tú eras un simple ferroviario y yo dependiente de una tienda, pero trabajé y trabajé, invertí, arriesgué, y llegué a ser el más rico del mundo». 

«¿Y qué tiene eso de malo?» «Pues que hay gente que dice que soy un capitalista egoísta». 

«Capitalista sí, hijo, pero egoísta no. El mal cartel del capitalismo se debe a la confusión con el egoísmo. Egoísmo es consumir el dinero para sí. Capitalismo es posponer el consumo e invertir el dinero en una actividad productiva que crea empleo, y por tanto impuestos, y por tanto paga los servicios públicos. Tú sólo ganas cuando los demás también ganan. Además tú eres el único que arriesgas y el último que ganas, si es que no pierdes. ¿Es eso egoísmo?» 

«Ya, pero yo trabajo por mi propio interés».

«Claro, pero eso no es malo. Yo cuando voy al carnicero prefiero que me dé buena carne porque le interesa a él que porque sea buena persona. Es más seguro. El interés es lo que empuja a las personas a desarrollar sus capacidades para crear e innovar. Egoísmo sería tener esas capacidades y no explotarlas».

«Vale, me estás convenciendo, pero ¿qué pasa cuando el capitalismo se convierte en salvaje?»

«Eso no es un fallo del Mercado sino del Estado, que no cumple su función, que consiste en impedir los monopolios. O porque ha metido el cazo, que es lo que suelen hacer esos que te critican».

«Además he hecho grandes donativos».

«Eso está muy bien, hijo, pero tu principal donativo es la cantidad de puestos de trabajo que has creado». 

El fantasma desapareció y Amancio se durmió en paz, con una sonrisa.