José María Vicente

El Rincón de...

José María Vicente


Poso democrático

07/06/2022

Ya tenía escrita una columna, pero se me han cruzado unas fotos de las fiestas que organizaba Boris Johnson en Downing Street durante el confinamiento y las he puesto en relación con los fastos jubilares de los setenta años de reinado de Isabel II y he cambiado de tema. No he podido evitarlo.

Las fotos le han llevado a una especie de moción de censura de sus propios compañeros de partido. El fondo de la cuestión es importante. Se trata del precio a pagar por mentir negando unas fiestas cuando teóricamente tendría que estar todo el mundo en casa. A lo que voy es a la forma. Las fotos de las juergas son desoladoras. Unas cuantas latas de cerveza, algunos refrescos, triskys, chaskis, gusanitos y cosas parecidas y unos sandwiches metidos en el blíster de plástico que en España venden en las gasolineras. Aquí lo llamaríamos botellón.

Veo las fotos al mismo tiempo que las imágenes de la celebración del jubileo de la Reina. Difícilmente se puede concebir una celebración con más solemnidad y boato. Desfiles, uniformes impresionantes, ceremonias llenas de lujo y tradición, carrozas, caballos, protocolo, conciertos con las estrellas del rock... Esto es lo que los humildes mortales hemos podido ver. No quiero ni pensar en las celebraciones más reservadas a unas docenas o centenares de familiares, personalidades y amigos cercanos. Seguramente estaré influido por Downton Abbey pero no creo que su puesta en escena sea mucha más austera.

No cabe duda de que los británicos y nosotros somos muy diferentes. Allí abuchean al primer ministro por las latas de cerveza y los gusanitos, mientras entra a una misa llena de protocolo y elitismo. Más allá del escaso glamour de las fiestas, lo que está en cuestión es que Johnson mintió y eso tiene un precio. Aquí se puede mentir reiteradamente en muchos temas públicos y privados que no pasa nada. Aquí al partido propio ni se le ocurre hacer la menor crítica al líder. Por escandalosa que sea la mentira. Supongo que la gastronomía británica tiene poco o nada que enseñarnos, pero el modo de hacer de los partidos políticos tiene un poso democrático de décadas del que nosotros carecemos por completo. No es muy difícil entender lo del brexit.