Esther Alonso

Ser o Tener

Esther Alonso


Qué dolor, qué dolor

14/07/2021

Hasta que la llegada de la covid las puso en cuarentena, no había verbena de pueblo de éxito en la que Raffaella Carrá no apareciera en algún momento para recordarnos que para hacer bien ciertas cosas hay que venir al sur y para otras, a América. A pesar de estar inmersos en la era digital, confío en que las verbenas volverán a las fiestas populares el próximo verano y, con ellas, los estribillos vitalistas de la tristemente fallecida Carrá… De lo que no estoy tan segura, sin embargo, es de si lo harán con el público de antes o de si en las mismas plazas habrá ya más plátanos anudados dando sombra, que personas abrazadas bailando pasodobles.
Uno de estos días el presidente Mañueco ha reclamado en Zamora al Gobierno de España y a la Unión Europea la utilización de los Fondos de Reconstrucción para mitigar la despoblación, anunciando que para ello no faltarán proyectos, ideas e iniciativas, según sus palabras. Como ciudadana preocupada por el futuro de la España vaciada, me he alegrado de que el Gobierno de una de las regiones con menos densidad de población de Europa, como es el caso, verbalice la existencia de este grave problema: es sin duda el primer paso para ponerle remedio. Pero he echado falta, al respecto, al menos un pequeño bosquejo de esos grandes planes que van a conseguir frenar medio siglo de éxodo rural alimentado por otro medio de déficit de capacidad política.
Poner solución a la desalentadora realidad de la despoblación requiere de estrategias a muy largo plazo, con continuidad, que pasen por la generación de oportunidades de futuro para personas jóvenes, a través de la creación de nuevas empresas y atracción de las existentes, ofreciendo a éstas alternativas viables y rentables para movilizarse hacia estos nuevos polos de desarrollo en los que debe convertirse la España interior, no sólo en beneficio propio, sino también en el de esa otra España en la que no cabe un alfiler, que morirá de éxito como consecuencia de problemas generados por su superpoblación. Lo demás, presidente, es creerse la historia que el marido de la amiga de Rafaella contaba para explicar por qué tenía una mujer escondida dentro del armario, y que este verano aún no se escuchará en ninguna plaza de pueblo.