Jesús de la Gándara

La columnita

Jesús de la Gándara


Agua somos

08/05/2023

Azuzado por una sequía veraniega, hace 12 años me embarqué en un proyecto editorial centrado en el concepto agua-somos, que ha dado varios frutos librescos. Empezó siendo una búsqueda de las virtudes acuáticas de las personas humanas, en espejo a las virtudes humanas de las aguas, pues ambas compartimos la esencia del ser y estar en la vida y en el tiempo. Las personas, cuando nos comportamos como aguas podemos ser fértiles, fuertes, fecundas, pero también podemos ahogar, envenenar o arrasar vidas y haciendas. Las aguas, cuando se comportan como criaturas, pueden crear y destruir, limpiar el orbe o mancillarlo, convertirse en vida o extinguirla. Y en ambas vertientes, la fructífera y la mortífera, ambas somos eficacísimas e implacables. Por eso decir agua-somos es un pleonasmo, pues es agua nuestro cerebro, llevamos agua hasta en los huesos y si la perdemos morimos. La esencia de lo que orgullosamente somos se disuelve devolviendo al agua lo que el agua nos prestó. De hecho morir evaporándonos sería la mejor manera de hacerle justicia a las aguas.

Pero hace 12 años todo eso era poesía, ahora es prosa severa y afligida. Nuestras relaciones con las aguas entonces eran problemáticas, ahora son catastróficas. La malicia humana ha ido avanzando con insolente tenacidad, entrometiéndose entre los cielos, las tierras y las aguas, y éstas, las grandes mediadoras, hartas de sufrir daños y ofensas, ya no quieren saber nada de nosotras: Allá vosotras con vuestras pendencias, nosotras estábamos aquí antes de que llegaseis y estaremos aquí después de que os vayáis. Nosotras somos agua siempre, vosotras solo si os lo permitimos; vosotras necesitáis ser aguas siempre, nosotras no necesitamos ser humanas nunca. Y yo me preguntó, con gran preocupación, ¿qué pasará de aquí a una docena de años?, ¿quedarán personas para contar a sus descendientes las virtudes y bellezas de las nubes y la lluvia? Por si acaso, se me ocurre que podríamos dedicarle una oración, a ver si nos escucha y se digna llover: Agua madre que estás en la tierra. Agua padre que manas del cielo. Sencilla agua corriente de cada día, verde hechicera, curandero diestro. Ante ti humillados nos postramos y humildemente te pedimos, que perdones tantas ofensas y desperdicios, y que bendita seas por siempre nuestra.

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