Fernán Labajo

Plaza Mayor

Fernán Labajo


Yo llevo el vino

12/12/2020

A primeros de diciembre de 2019, un grupo de amigos nos pateamos cada restaurante de la ciudad en busca de una mesa para poder organizar la cena de Navidad. Nos valía incluso el Burger King, pero nos dijeron que no reservaban. Que había que ir en el momento y pegarse con chavales de 9 años que celebraban cumpleaños. No, la verdad es que nada de esto pasó. Creo que en septiembre alguien mencionó algo de un local y todos nos reímos pensando en lo alarmista que sonaba hacer planes a esas alturas. Luego lo dejamos pasar y al final nos vimos a las diez de la noche del día de la Lotería peleándonos por ver quién ponía la casa y quién llevaba el vino.  

Estoy seguro de que si por aquel entonces hubiéramos siquiera sospechado la que se nos venía encima, habríamos sido exactamente igual de perezosos. Las cenas de Navidad se habían convertido en algo tedioso de organizar, no por el hecho de juntarnos alrededor de una mesa. Eso lo hacíamos cada sábado. Sino porque coincidir en víspera de Nochebuena, incluso el día de los Santos Inocentes, era ya una cuestión de azar. Las reuniones nocturnas del trabajo tenían parte de culpa. Parecían despedidas de soltero que acababan a altas horas de la madrugada, o incluso al día siguiente con un café de máquina frente al ordenador. Y claro, con semejante oferta festiva cualquiera se las perdía. 

Después de muchos años ya nos habíamos acostumbrado a encadenar jornadas intensivas de lechazo. Lo difícil a veces era encontrar dónde tomarlo. Llegábamos al 8 de enero con el botón del pantalón desabrochado y millones de retos por cumplir. El primero, conseguir abrocharlo de nuevo. Es un tópico, pero dicen que no te das cuenta de lo que tienes hasta que lo pierdes. Visto con perspectiva, supongo que no era tan importante discutir por organizar la cena de 2019. Ni siquiera por decidir quién llevaba el vino.