Ilia Galán

LA OTRA MIRADA

Ilia Galán

Poeta y filósofo


Ruedas multadas

04/07/2021

Salir querían del agobio, partiendo hacia cualquier recodo, playas o lagos, prados o collados, con tal de dejar atrás un año malhadado, por múltiples virus infectado. No solo la salud se vio atacada por unos bichos u otros sino también la economía, la política, las relaciones familiares, ante los radicales modos que unos y otros exigían, a menudo contradiciéndose.

Nos hablaban de la crisis extrema, de los bolsillos de los contribuyentes, exhaustos, de las facturas eléctricas que, como rayos, a los cielos se elevan sin esperanza de ángeles luminosos; solo los demonios queman nuestra espera, carbonizándola. Habrá que gestionar muy bien y con tino los préstamos enviados por la UE, pues los buitres administrativos acechan. Una parte irá para la promoción de políticas feministas, otra para las otras sexualidades o quienes quieren cambiarlas, asunto ahora tan central y, sin embargo, minoritario... Y, claro, para gobernantes, asesores, amigotes de la casta a la que entraron los descastados, hoy más bien descarados, embolsándose buenos sueldazos a costa de obreros y parados, a costa de jubilados que ven temblar su futuro al mirar las exiguas pensiones y la falta de trabajadores que les costeen. Pero, ¿y la medicina, y los investigadores, y los trabajos que crean ocasiones a otros? Seguirán subvencionando los altos cargos, a los bancos y sus especulaciones, a ayuntamientos, gobiernillos y diputaciones, a congresos, senados y otros saraos...

Y se gastarán también más todavía en radares y drones, para perseguirnos por si vamos algo más veloces, como si eso fuera un crimen, una atrocidad: «¡Iba usted a 15 kilómetros de más en su velocidad, lo deberían encarcelar!». Basta ver dónde no hay controles y cómo casi nadie obedece unas normas impuestas y que a veces no tienen sentido, por el buen estado del firme, por las rectas de bostezos plenas. Son carteles, los de tráfico, muchas veces profundamente antidemocráticos. Nuestra «democracia» se demuestra autoritaria y contra el pueblo; exprime sus sueldos con impuestos y se lo gasta en políticas de control y represión, como en las dictaduras de nuestros ancestros.

¿Quién habla de libertad hoy? Los desenmascarados que huyen de la peste haciéndole frente con sus movimientos libres, para algunos, indecentes. Nos vamos acostumbrado a que los estados se metan incluso en las tripas de cada vida, con normativas e inspecciones que luego hemos de pagar sin protestas, en todo, en la campiña, en la ganadería, entre animales de compañía, entre niños que los gobiernos pretenden adiestrar como si fueran madrastras perversas.

Salieron las ruedas, rechinando sobre el asfalto caliente, con ganas de huir de la humanidad, rumbo a algún lugar donde todavía no hubiera controles, leyes, dominio de esas mentes inferiores que prosperan en los gabinetes ministeriales, justificando su pitanza, fastidiando a sus congéneres.