Beni Pérez

Plaza Mayor

Beni Pérez


Inicios

22/04/2023

Alba está sentada en el salón de su casa, con un libro entre las manos. Cerca, a una mirada de distancia, sobre la alfombra, su hijita juega. Neila ya gatea y hay que estar pendiente de ella, porque es muy rápida; además, hace pocos días la vio ponerse de pie junto al sillón, agarrándose a la tela que lo envuelve. Por eso se sienta ahí, en el salón, cerca de ella, para comprobar que no le pasa nada. Le gustaría más sentarse en el estudio, junto a la ventana, con el sol acariciando su cara; pero en el estudio no hay espacio suficiente para las dos.

El libro es interesante y, a ratos, Alba se abisma en su contenido y se olvida de lo que la rodea. Aun así, por instinto, por costumbre o porque ya ha mecanizado el gesto, mira hacia la alfombra y ve que Neila no está ahí. Una rápida ojeada y la ve agarrada a la pata de su butaca intentando ponerse en pie. Y lo logra. Alba aplaude la gesta de su hija, pero Neila no hace caso. Lleva mucho rato viendo a su madre absorta en la lectura y quiere saber qué es eso que tiene entre manos. Con paso vacilante se acerca, su madre le sujeta una mano y con la otra golpea insistentemente el libro. Si supiese hablar diría «¿qué es eso?, ¿qué haces?, ¿por qué sonríes cuando lo miras?» o incluso «¿por qué no me haces caso?, ¿qué tiene esa cosa que hace que te olvides de mí?».

Y entonces Alba, pacientemente, se coloca a Neila en el regazo, sentadita, y comparte con ella el movimiento de las páginas, la deja tocarlas y pasarlas, oyen juntas el ruido de las tapas al cerrarse. 
Sí, lo cierra y busca en la mesita otro objeto: es un libro pequeño, de solo cuatro hojas gordas, de cartón, con mucho colorido y dibujos. Alba se lo da a Neila; «es para ti», le dice. Y la deja jugar con él, abrir y cerrar los trozos de cartón con sus manitas inexpertas, ver los dibujos y señalar. Neila está feliz. Y Alba también. 

Ha nacido una lectora.

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