Roberto Peral

Habas Contadas

Roberto Peral


Inglaterra

23/05/2022

Ha de antiguo la costumbre, al menos entre las clases más o menos acomodadas, de enviar a los vástagos a la orgullosa Inglaterra a pasar un mesecito del verano en el seno de familias protestantes, a ver si los chavales consiguen hacer el oído durante cuatro semanas al acento de Oxford, o al del barrio londinense de South Kensington, mientras se atizan unas pintas de cerveza negra y le susurran cositas cariñosas al oído a un zagal de la Toscana o a una señorita nacida en la llanura francesa del Languedoc, que hay asuntos, singularmente los referidos al amor, capaces de disolver las más profundas diferencias entre las lenguas neolatinas. El Ayuntamiento de Burgos, siempre atento a las destrezas de los bachilleres que se instruyen en nuestro suelo bendito, resolvió hace unos meses costear las vacaciones en Inglaterra, Irlanda y Malta a algunos de nuestros adolescentes de expedientes más brillantes, pero, por esas cosas de la vida, no se ha mostrado al cabo capaz de enviar a nuestros muchachos con todos los gastos pagados a tierras bárbaras a perfeccionar la lengua del imperio, y nos mueve a reflexionar, de paso, quiénes son esos concejales que, disponiendo del dinero necesario para ofrendar bicocas tales, se ahogan en tan poquita agua que no dan con la vía adecuada para regalarlo.

Ocurre que Burgos Promueve, organismo municipal a cuya disposición se puso 300.000 euros para mandar a tierra extranjera a un centenar de nuestros estudiantes más sobresalientes, convocó un concurso para dar con una agencia de viajes que mediara en tal menester, y no ha habido una sola oferta que haya juzgado tal ofrecimiento una fórmula cabal para obtener los más básicos beneficios empresariales. A lo peor es que las bases de la convocatoria pública no estaban escritas en inglés, que al fin y al cabo es aceptado en el orbe todo como el idioma franco de los negocios, o que los redactores de la oferta, españoles al cabo, padecen de las mismas carencias lectoescritoras en su propia lengua que los muchachos que cada año nutren las aulas de nuestras universidades. En cualquier caso, si sobra dinero, que sepa el alcalde que aquí hay un vecino dispuesto a hacer el ridículo en Covent Garden.