Fernando Aller

DESDE EL ALA OESTE

Fernando Aller

Periodista


Fusilables

18/12/2020

Desconozco si me encuentro en la lista de los 26 millones de españoles fusilables a criterio del general de División retirado Francisco Beca, a quien se atribuye la autoría de un mensaje en el chat de grupo compartido por exmilitares de la XIX Promoción de la Academia General del Aire. Es difícil sospechar los criterios criminales de personas que se consideran patriotas a base de eliminar a más de la mitad de la población de su misma patria. Supongo que la cifra responde a una evaluación subjetiva del voto en las últimas elecciones generales, con la dificultad a su vez de personalizar el sufragio dada su condición de secreto. Estadísticamente para alcanzar esa cifra mortífera habrían de ser incluidos un número indeterminado de familiares y allegados del propio patibulario. Supongo que su reflexión no ha llegado a tanto.
He tenido la duda de mantener el encabezamiento de estas líneas o sustituirlo por el título que expresa recuerdos del pasado: Rejuvenecido. Que no nostálgico ni añorante. No cabe tampoco tomarse muy en serio estos asuntos, al fin y al cabo el tiempo de la mili puede ser el periodo más perdido de tu vida, pero a su vez de grato recuerdo. Y no hay contradicción.
Serví a la patria, después del obligado tiempo de recluta en el campamento, de forma cómoda y confortable. Dividía mi tiempo entre la copia de documentos que se repetían cada mañana, cambiando sólo la fecha, y el traslado de los cafés de mediodía desde la cantina hasta una sala donde se reunían mandos de alta graduación. Franco había muerto dos años antes y el Partido Comunista era legalizado en aquel Sábado Santo. El tono de aquellas tertulias, incontinentes, reiteradas y oídas mientras depositaba las tazas, lejos de provocar desasosiego o alarma, suponían el tedio de la normalidad en el paisaje. El golpe de Estado no dejaba de ser a oídos del novato un ejercicio de relajación matutina. Después, ya ejerciendo como periodista, viví la fijación de los redactores jefes por las arengas militares en los patios de armas. Tampoco nunca llegué a pensar que cuarenta años más tarde aún quedara alguna persona de aquellas, siempre proclives a crear su mundo a trancazos.