Evaristo Arzalluz

Plaza Mayor

Evaristo Arzalluz


Perversos

22/03/2021

Alfonso María de Ligorio, que quería ser buena persona, tuvo que dejar su profesión de abogado porque, decía, le obligaba a defender como inocente al que sabía que era culpable, o sea, le obligaba a mentir. Llegó a santo.
Me pregunto si se puede ser a la vez político profesional y buena persona. Es difícil. La política te exige mentir. Ejemplos: 1) Nunca le darás la razón a tu oponente aunque sepas que la tiene; si él dice blanco, tú tienes que decir negro, aunque sepas que tiene razón, y aunque lo que propone tu adversario sea lo mejor para los intereses de los ciudadanos. 2) Si tú piensas una cosa y el partido te impone la contraria, obedecerás al partido aunque tengas que ir contra tu propia conciencia. 3) Lo que dices en campaña no lo vas a cumplir después de las elecciones, sobre todo si las ganas. 4) Nunca reconocerás un error, aunque lo hayas cometido: si lo haces estás muerto (políticamente hablando). Etc...
Por tanto, un buen político tiene que mentir. Una buena persona no miente. Luego una buena persona lo tiene difícil para ser un buen político. Duraría poco. 
Una persona que miente se destruye. Si los que mienten son los dirigentes de un país, se destruye el país. Un país en el que la palabra dada es sagrada, prospera. Los contratos se cumplen. Te puedes fiar. Un país en el que la palabra no vale nada, no prospera. Es un país de pícaros. Es un país fallido. 
España fue grande cuando sus gentes fueron grandes. ¿Es casualidad que coincida la gran expansión de España con Teresa de Jesús, Juan de la Cruz o Ignacio de Loyola? ¿O el desarrollo con la posguerra?
Vaclav Havel, tras ser elegido el primer presidente de Checoslovaquia después de la caída del muro, dijo: «Sospecho de mí mismo». ¿Se imaginan a XX (poner un nombre) diciendo eso? Pensaríamos que ha enloquecido. 
Necesitamos políticos que no nos mientan, necesitamos recuperar la ilusión por votar.