La mañana de ayer fue un auténtico trasiego de whatsapp y llamadas de móvil en Burgos a raíz de un calendario de vacunaciones que implicaba a todos los burgaleses nacidos desde el año 62 hasta el 79 para los próximos días. El logotipo exacto del Sacyl y la referencia a su web parecía indicar que el aviso era oficial y muchos así lo creyeron, por lo que el bulo se propagó como la pólvora en minutos y todavía estoy convencido que, 24 horas después, todavía habrá algunos que se planten delante del lugar indicado por los impostores en fecha y hora. Una simple consulta al portal digital del Sacyl ya confirmaba que algo no cuadraba y que nos enfrentábamos a una fake news, ante una mentira.

El tema es muy serio porque estamos en una situación sanitaria de emergencia, porque la vacunación masiva -tan cuestionada por voces populares no autorizadas- es la única salida a la crisis económica y social sin precedentes en la que nos hemos metido y porque se está utilizando a instituciones vitales en estos momentos, como es el Sacyl, para engañar descaradamente a la población. 

Cabe exigir la identificación del autor o autores de esta fake news, explicar los motivos últimos de este engaño (si los hay) y sancionar con todas las consecuencias este tipo de comportamientos tan nocivos y desconcertantes, para mí un grave delito. Imagínense que a la gente le diese por manipular y falsear las señales de tráfico de una carretera a su antojo. Sería imposible viajar sin desconfiar a cada paso, sin obviar los accidentes que todo ello acarrearía... Eso es lo que está ocurriendo en el inmenso anonimato de las redes sociales, donde se juega a cambiar las señales de ‘stop’ y ‘ceda el paso’ al antojo de indeseables. Han logrado la desconfianza generalizada, que nadie crea nada ya, ni el día en el que realmente le toque vacunarse.