Esther Alonso

Ser o Tener

Esther Alonso


Echar de menos

19/10/2022

Hay una etapa de la vida, no especialmente larga, pero de recorrido suficiente, en la que nunca se echa la vista atrás. El futuro se abre paso empujándonos en todas las direcciones, utilizando para ello como combustible las primeras veces. Solo cuando nos detenemos a contemplar la tierra quemada, para intentar calentarnos con algún rescoldo de las brasas aún calientes, nos damos cuenta de que nos hemos hecho mayores.

No se trata de nostalgia. Es otra cosa. Ni tampoco de comulgar con esa enfermedad paralizante cuyo síntoma principal consiste en interiorizar la creencia de que 'más vale lo malo conocido, que lo bueno por conocer'. O del pesimismo gerontológico que cree que 'cualquier tiempo pasado fue mejor'. Se trata de una especie de híbrido entre el sentido práctico de la vida y los principios y valores por los que uno aspira a guiarse, que te lleva desde a soñar con el olor y el sabor de los tomates verdaderos, imperfectos y sabrosos tomates habituales en las ensaladas de hace más de 20 años, hasta a extrañar a un líder político, también imperfecto, quiero creer que auténtico la mayor parte del tiempo (aunque esto último no lo puedo afirmar rotundamente) como lo fue el anterior presidente de la Junta de Castilla y León, Juan Vicente Herrera.

Si como periodista tuviera la posibilidad de mantener una entrevista en profundidad de las que ahora mismo conservo en el archivo de las conversaciones genuinas pendientes, la primera que elegiría sería precisamente con él, con Herrera, quien podría (aunque esto tampoco lo puedo afirmar, por eso aparece en condicional) estar contemplando si aún queda alguna llama de las brasas de sus mandatos, ante el frío que despierta el actual Gobierno de su sucesor.

Si algún día me hago con unos buenos tomates, de esos que cuando caen en mi plato ahora disfruto tanto o más que un lechazo de la Ribera o unos percebes de Roncudo, prometo guardar alguno para el expresidente. De los malos tomates están los supermercados llenos, y aunque no son baratos, muchos los compramos porque nuestro organismo necesita betacoreno, aunque lo mejor que podríamos hacer con ellos, sería otra cosa.