Ignacio Fernández de Mata

Los Heterodoxos

Ignacio Fernández de Mata


La España ejemplar

10/11/2021

La necedad es condición acechadora que no descansa. Siglos de lucha y sufrimiento para alcanzar la condición de ciudadanos, de fundar la sociedad sobre bases científicas que permitan una mejora de las condiciones de vida generales (al menos en algunos sitios), y sigue habiendo gente que grita con voz pajosa «¡Vivan las caenas!».  

Resulta desolador ver cuán abundosa es la sandez después del shock que ha supuesto la pandemia. Ahí tenemos a los antivacunas erre que erre con sus absurdeces y miedos atávicos, convertidos en carne de cañón, en hospedadores del virus, en bombas volantes. Niegan unos, desprecian otros al bicho y sus mutaciones a pesar de los miles y miles, millones de muertos que este ha ocasionado. Y niegan la evidencia que suponen las vacunas, que en España han servido para protegernos y reducir al mínimo las hospitalizaciones y fallecimientos. 

Es curioso comprobar como una buena parte de estos negacionistas y antivacunas no dudan en usar antibióticos, ponerse una prótesis de titanio, someterse a quimioterapia, usar coches (gasolina, híbrido o eléctrico), smart tv, microondas, cualquier electrodoméstico, teléfono móvil, ordenadores y tablets, termostatos, gafas progresivas, rifles automáticos... También viajan en tren o en avión, llevan GPS en la bici, van al cine, usan las redes sociales… ¿No se dan cuenta de que su vida se apoya en constantes avances tecnológicos y científicos? ¿Qué mierda les ha entrado en sus cabezas para pensar que la vacuna contra la covid es mala? ¿Qué sería de la humanidad sin los descubrimientos de las vacunas de Jenner, Pasteur, Calmette y Guérin, Theiler, Enders, Salk y Sabin…?

En la España que la OMS pone como ejemplo al mundo por su manejo y extensión de las vacunas, subyace otra que parece continuar presa de los debates que Pérez Galdós plasmara en Doña Perfecta: el inmovilismo provinciano de Orbajosa, ciudad levítica y caciquil, frente al convencido progresismo de Pepe Rey, defensor del ferrocarril, de la ciencia y la industria. 

No se puede objetar de las vacunas porque no es posible individualizar el contagio. Así lo están viendo en Nueva York, en Francia, Bélgica o Reino Unido. Hay que vacunarse, y los sanitarios en pleno. Déjense de idioteces de supuestos chips, de no sé qué infertilidades o de inseguridad sobre los efectos secundarios… El virus ni perdona ni negocia, pero sí mata. Lamentablemente, nos queda mucha guerra.

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