Vladimir V. Laredo

Petisoperías

Vladimir V. Laredo


Charcos

02/12/2020

Según escribo aún no sé cómo acabará la columna, ni el título que tendrá. Quizá hable del cribado voluntario que se montó por la zona de El Plantío durante toda la semana pasada, y de cómo unos dicen que fue un éxito masivo con un montón de gente sometiéndose al test de antígenos de marras y cómo otros afirman que fue un fracaso porque tampoco fue tanta gente, ya fuera por miedo, desidia o desinformación (je). Yo fui. Me lo hice en un santiamén y tanto la organización para entrar como el personal sanitario que allí estaba se merecen, para mí, un diez. Pero como no tengo ganas de meterme en charcos, igual es mejor hablar de otra cosa.
 A veces cuesta escribir sobre algo sin que se me note lo que pienso. Pero como esto es una columna de opinión, pues opino. La cosa es que el sábado fui a comprar a un centro comercial sin reparar que era el bendito Black Friday. Y allí me fui con todas las precauciones de recibo, y recordé al instante lo que era comprar allí en los meses previos al verano. Daba un poco de cosa y tal, pero un indicador advertía que el aforo estaba al diecisiete por ciento, así que entré. La poca gente (je, je) que había se apelotonaba en la zona de tecnología, y vi a muchos cargar con enormes aparatos de televisión y consolas de última generación. Mientras tanto, las tiendas de la galería comercial permanecían cerradas, como en una de miedo. Pero en las cajas, al pagar, todos estábamos muy contentos. Podría ahondar en esto, pero este charco no me apetece tampoco.
Igual un cafelito en cualquiera de mis cafeterías favoritas mejoraba todo, pero no sé si han notado que están cerradas todas. Bueno, algunas ponen comida y bebidas frías y calientes para llevar. Y tienen una mesa a modo de mostrador para entregar las cosas sin contacto, todo muy fetén. Aunque la gente que va allí a llevarse cosas (je, je, je) no se las lleva muy lejos y se arremolina donde no debiera hasta que, a lo mejor, pasa un coche de policía que seguramente va a otro sitio, pero mete el miedo en el cuerpo a la concurrencia. Mientras, otros están cerrados a cal y canto. Y parece que seguirán así un buen rato. Pero este charco tampoco me gusta, así que mejor paro, que a lo mejor en realidad me da para llenar tres columnas de charcos, pero tampoco es plan.