Rosalía Santaolalla

Sin entrar en detalles

Rosalía Santaolalla


Sin palabras, sin imágenes

20/05/2021

Es normal quedarse sin palabras ante la visión del sufrimiento de cientos, incluso miles de personas que buscan una vida mejor, siendo utilizadas por un Gobierno contra otro. Lo que no es tan normal es no tener corazón y presumir de ello. Ni entro a calificar a quienes han querido aprovechar una crisis diplomática para cargar contra las personas, víctimas al fin y al cabo, que en los últimos dos días han intentado entrar en Europa a través de la frontera de Marruecos con la ciudad de Ceuta.
Y ante la falta de palabras, ahí están las imágenes, que por cierto no veríamos, en su mayoría, si no fuera por el trabajo de los fotoperiodistas, de los que se siguen tomando prestadas imágenes para redes sociales sin citar, como si las fotos se hicieran por ciencia infusa. Y, vamos a decirlo, a los que se siguen poniendo zancadillas para que puedan hacer su trabajo. Y no hace falta que se vayan a la playa de El Tarajal ni a un lugar en conflicto. Que se lo digan, por ejemplo, al fotógrafo Diego Herrera, que no ha conseguido todavía el permiso que solicitó para hacer un reportaje a uno de los colectivos que trabajan en el Hospital Universitario de Burgos.
Acción preventiva sanitaria, le dicen, cuando podría acceder al centro con las mismas medidas o incluso mayores que los usuarios que acuden a este centro todos los días desde hace meses. Y le ha sucedido a Diego y les sucede a otros periodistas desde el inicio de la pandemia: mientras la sociedad demanda información veraz y los informadores tratamos de cumplir con ese cometido, hay quien se dedica a cerrar compuertas, provocando, incomprensiblemente, que la realidad no quede retratada. Los periodistas no somos los protagonistas de las noticias, así que no somos dados a contar lo que nos pasa cuando estamos haciendo nuestro trabajo, pero igual hay que empezar a decir por qué no podemos hacerlo como y cuando a nosotros nos gustaría.