Roberto Peral

Habas Contadas

Roberto Peral


Canela en rama

10/05/2021

Mi actual esposa no se cansa de repetirme que es un hábito muy feo, pero siempre me ha divertido intentar averiguar qué libro está leyendo mi compañero de asiento en el tren, o la señora que se ha tendido a mi lado en la playita, o ese jubilado que se sienta en un banco del parque. Y el caso es que ayer, mientras hojeaba el Diario de Burgos, se me brindó la ocasión de curiosear a mis anchas sin incurrir en escorzos poco decorosos ni correr el riesgo de perder la poca compostura que me queda. Doña Camino Vidal, profesora de la Universidad de Burgos y letrada del Tribunal Constitucional durante diez años, explicaba asuntos muy sensatos sobre el limbo jurídico a que nos ha abocado el fin del estado de alarma en una entrevista para la que había posado en su despacho entre sesudos tratados sobre las leyes políticas del Estado. Pero uno, que mantiene los vicios muy bien entrenados, se puso al punto a curiosear en los anaqueles que quedaban en el segundo plano de la fotografía, y de pronto una corriente simpática le hizo mirar con otros ojos a tan ilustre jurista: no había allí graves compendios legislativos, ni altivos volúmenes de la editorial Aranzadi, sino más bien unos cuantos casos de Pepe Carvalho, y la saga entera de la familia Malaussène de Daniel Pennac, y casi todo Henning Mankell, y hasta Jonathan Coe, y Antonio Orejudo, y lo que parece una primera edición de Olvidado rey Gudú de Ana María Matute.
Uno, que cree en la potencia crítica de la literatura tanto o más que en nuestro ordenamiento jurídico, le ha tomado ley para los restos a la señora Vidal, y se pregunta de paso qué libros leerán en la intimidad las personas que gobiernan nuestros afanes. El presidente del Gobierno, al decir de algún suplemento de papel cuché, se vuelve mochales por la literatura esperpéntica, y acaso por ello observe nuestra realidad en un espejo tan deforme; y a la flamante presidenta de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, su entonces aliado de Ciudadanos, Ignacio Aguado, le regaló hace poco más de un año un ensayo sobre las claves del trabajo en equipo, Cuando las arañas tejen juntas pueden atar un león, y sabemos de sobra cómo acabó la cosa. A ambos, y a unos cuantos más, uno les conminaría a asistir a las clases de doña Camino; y si de paso aprenden algo más de derecho constitucional…, pues canela en rama.