Rodrigo Burgos

Punto Nemo

Rodrigo Burgos


Zoombados

16/06/2020

Tengo que reconocerles que hasta el pasado 13 de marzo, día en el que dejamos el trabajo presencial y empezamos el confinamiento, nunca había trabajado con Zoom Vídeo. El servicio de videoconferencias, gran desconocido para la mayoría de los usuarios hasta 2020, se ha convertido en la herramienta más utilizada durante la pandemia por la necesidad de la población mundial de mantener contacto a través de dispositivos móviles. Fundada como compañía en 2011, comenzó a cotizar en bolsa el año pasado y sus acciones se han duplicado este trimestre. En número de usuarios ha pasado de diez a trescientos millones de participantes, y su fundador, Eric Yuan, se ha convertido en uno de los hombres más ricos del mundo. Su éxito frente a otras herramientas similares, y anteriormente más conocidas en nuestro país, como Skype, Hangouts o Teams, se basa en la acertada duración del formato gratuito, cuarenta minutos, en la facilidad de uso, y en la reducción del tiempo de retardo. Si a esto le unimos la capacidad de crear mosaicos de multiusuarios de visibilidad en pantalla al mismo tiempo, y la posibilidad de control del evento por el organizador, es de entender que se haya convertido en el arma de comunicación favorita para el teletrabajo. Colegios y universidades han podido seguir dando sus clases; empresas enteras trabajan con sus versiones, primero gratuitas para reuniones más ejecutivas, y después con las Premium para organizar formaciones o webniars (otro de las nuevas palabras estrella del ecosistema digital durante el Covid-19). Las familias se conectan para tomar el vermut, los dirigentes se reúnen así para intentar dirigirnos, y hasta la cultura empieza a hacer sus pinitos con conciertos, conferencias o visitas patrimoniales con ella. No nos conectamos a las 17.00 por videollamada, hacemos un Zoom. Y como toda herramienta global y viral que se precie ya ha tenido sus problemas de seguridad. Además, si el confinamiento ha sido la puntilla a su matrimonio, puede hasta divorciarse por Zoom sin tener que verle la cara a su contrario. Esto último, hay quien ya lo está celebrando.