Salvador de Foronda

Diez Mil Preguntas

Salvador de Foronda


Un presupuesto irreal

12/11/2020

Como decía Keynes, el dinero en época de crisis debe de estar en manos del público. Y si hay alguien que no cree en este principio le traslado al pensamiento de Gandhi que decía: «no creo en los políticos que intentan solventar una crisis económica valiéndose de una subida de impuestos». Una espina de experiencia vale más que un bosque de advertencias. Es una reflexión, pero no hagan como Pío Baroja, que dejaba la reflexión para los idiotas.
La lógica de un presupuesto de estado debe basarse en la realidad actual, mayor gasto en sanidad, educación, ayudas a las pymes, autónomos y desempleados y menos ingresos por la caída de la actividad económica. Es por lo que el pensamiento del contribuyente exige administraciones con menor gasto y más eficientes y solo admite una forma de llevarlo a efecto: la supresión de la burocracia innecesaria, basada en un número innecesario de ministerios con solapamiento de funciones y cargos entre los diferentes niveles del gobierno. No solo es un grito de todos aquellos que mantienen hoy en día sus establecimientos cerrados sino también del Banco de España, que solicita un plan de reformas estructurales y de consolidación fiscal a medio plazo. Es necesario reducir el gasto público improductivo y además no subir impuestos e incluso reducirlos resulta imprescindible. En una situación de incertidumbre y deterioro económico, bajar impuestos es animar la demanda agregada y con ello estimular la inversión y crear empleo. 
El Doctor en Economía y el adjunto a la Cátedra sueñan con el famoso Impuesto de Solidaridad establecido por Hollande y derogado por Macron que provocó una masiva salida de capitales, de personas, pérdidas de empleo y una caída de ingresos fiscales. El siguiente paso será intentar saquear a las empresas y ciudadanos en el Impuesto de Sociedades y Renta, sabiendo que están más secos que la mojama. Con lo cual, solo les queda subir el IVA y eso afectará al consumo, reduciendo la capacidad de compra del ciudadano. La falta de consumo lastrará la caída, aún más de las empresas, y aumentará el paro. Con lo cual, estos presupuestos, son esencialmente incoherentes e irreales y la previsibilidad de los acontecimientos son un ilusorio consuelo para un gobierno que no alcanzará los ingresos deseados. Lo lógico y preferible es salvar a España antes que salvar la legislatura.