Carmelo Palacios

Plaza Mayor

Carmelo Palacios


La última alegría

22/05/2020

Mi padre y yo éramos madridistas camuflados en medio de una marabunta de aficionados del Athletic Club. Nos habíamos acercado hasta un bar de enfrente de la playa para ver si los ‘leones’ le daban un mordisco al Barça en el primer partido de liga. Era 16 de agosto de 2019 y por entonces los bares sí podían estar llenos y a los vascos se les permitía ‘invadir’ Cantabria. En el minuto 88, cuando ya parecía que el duelo iba a acabar 0-0, Aritz Aduriz saltó al campo para anotar el último gol de su carrera. Dibujó una obra de arte con una tijereta desde el punto de penalti que hizo enloquecer a San Mamés y puso patas arriba el garito. Después de 90 minutos compartiendo barra y animando al Athletic, nosotros ya éramos de la familia. Gritos, abrazos y demás. Es la magia del fútbol; te une sin que te des cuenta. Esa diana fue la última alegría que nos brindó el ‘matador’, quien 16 años antes nos había hecho levantar de los asientos en El Plantío y esta semana ha anunciado su retirada.
En el fútbol hay dos virtudes casi innatas que marcan la diferencia y por las que se pagan millones: el desborde y el gol. De la última, Aduriz andaba sobrado. Era un asesino del área. Lo había sido toda su vida y así lo demostró desde su primer día en el Burgos CF. Llegó a las orillas del Arlanzón en la campaña 2003/04 y lo bordó. Solo se quedó un año. Dieciséis goles en 36 partidos llamaron la atención del Real Valladolid, donde continuó brillando. En el recuerdo, los blanquinegros nos quedamos con su ‘hat-trick’ al Fuenlabrada y el tanto que propició la remontada en el derbi provincial ante el Mirandés.
Aquel Burgos CF, en el que también jugaban Lucio, Esparza o Epitié, se quedó a un paso del play off. Una oportunidad perdida para una plantilla con argumentos para soñar y con un delantero como pocos se han visto por El Plantío en las últimas décadas.