Jesús de la Gándara

La columnita

Jesús de la Gándara


Control y gobierno 

11/10/2021

Primero una cosa buena. Nuestro cerebro y nuestra mente saben hacer muchas cosas, muy difíciles y muy complejas, pero hay una bastante sencilla que no sabe hacer: sentir a la vez sensación de control y sensación de ansiedad. Si percibes esa grata sensación de que controlas lo que haces, lo que quieres, lo que eres, entonces no puedes sentir ansiedad, angustia o miedo, a lo sumo una cierta inquietud, una expectación sobre el resultado de lo que haces o lo que vives. Si sientes que controlas tu vida, no sientes miedo al vivirla. Eso está muy bien, pues nos aporta sensación de seguridad, serenidad y satisfacción cuando pasamos por alguna situación difícil, o nos enfrentamos a algo novedoso, y salimos del trance con éxito. Con la sensación de control la vida se percibe como un flujo lleno de retos y desafíos, no de peligros y riesgos. De esa manera, poco a poco, vamos desarrollando la seguridad en nosotros mismos, es decir la facultad de autocontrol, y así, progresivamente, vamos alcanzando la mayor virtud de los seres humanos, la autonomía, es decir la capacidad de autogobierno, virtud que si para los seres comunes es un gran logro, para los que nos dirigen o gobiernan debería ser una facultad imprescindible.

Ahora una cosa mala. No hay ninguna forma de gobierno, ni democrático, ni aristocrático, ni dictatorial, que exija a sus líderes un examen previo de sus capacidades de control, autocontrol y autonomía. Es decir que nos ponemos en manos de personas a las que estas facultades se les suponen, aunque con frecuencia den muestras de carecer de ellas. No me refiero a nadie en concreto, pero le invito a pensarlo, a observarlo, empezando por reyes, presidentes, gobernantes, representantes, y acabando por los responsables de instituciones cercanas, como sanidad, seguridad, educación, justicia, etc. Es más, con frecuencia tengo la sensación que cuanto más elevado es el cargo que ocupan, menos facultad de autocontrol y autonomía poseen, de que mandan más los partidos que las personas, etc. Quizá sea una exageración mía, pero el comportamiento de muchos líderes durante la pandemia genera muchas dudas sobre sus virtudes de autogobierno. Y si alguien no es capaz de gobernarse a sí mismo, cómo va a gobernar a los demás. Quizá habría que inventar un test para pasárselo a los candidatos antes de que fueran incluidos en las listas. ¿No le parece?

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