José María Vicente

El Rincón de...

José María Vicente


Necios y famosos

18/01/2022

No puedo decir que fuera fan suyo. Tuvo canciones talentosas pero siempre me pareció un poco de aquella manera. Su gran atractivo fue su imagen ambigua y avanzada a su tiempo en nuestro país, pero no en el mundo, donde ya existían auténticas estrellas del glam como Bowie o Cooper.

El ámbito familiar del que procedía, los Dominguin/Bosé, le había proporcionado experiencias mucho más intensas que cualquiera de los chicos de la época hubiera podido soñar. Lo que ha trascendido del modo de vida del papá torero y del ambiente en el que se movía no nos deja mucho espacio para la mojigatería. Farándula, sofisticación y un toque canalla pero con clase. No todo es perfecto.

El hijo, Miguel Bosé, nos ha salido negacionista de la pandemia y antivacunas. Cuando saltó a la arena hace unos meses pensé que se trataba de una pose para conseguir algunos titulares después de unos años de ostracismo. Pero vuelve a la carga con la ómicron. Antes podía respetarle como artista, ahora ya ni siquiera eso.

No lo deseo, pero si tuviera la mala suerte de infectarse y acabar en un hospital público que no se le olvide, cuando los médicos le saquen adelante, pasar por caja y pagar la factura.

Si alguna vez me parecieron interesantes algunas de sus respuestas, fruto de esa experiencia familiar poco convencional, ahora ya no. Negar la evidencia es propio de necios y Bosé se está colocando a la cabeza en dura disputa con otros tipos con gran fama empeñados en la teoría de la conspiración, como es el caso del tenista. No entiendo por qué hemos tenido que estar casi dos semanas pendientes de la estupidez de un tipo, genio en el deporte, pero de una arrogancia insufrible. Será que el negacionismo es un factor de ventas pero es peligroso. Trump negó su derrota electoral y una masa de gente invadió el Capitolio con cabezas de bisonte. A Djokovic le quitan el visado por mentir y falsear papeles y las autoridades de su país abren un conflicto internacional. Menos mal que los australianos tienen clara su estrategia y no aceptan presiones por muy número uno del mundo que sea. Creo que Australia ha dado una lección de firmeza y coherencia que para mí y mi país la quisiera en otros ámbitos de la vida pública. Pero voy a dejarlo aquí que no quiero líos.