Los carnavales ya no son lo que eran. Entre otras razones porque, en estos tiempos, es carnaval todo el año; las carnestolendas no decaen ni en Cuaresma. Hemos incorporado el antruejo a nuestra vida diaria y lo vemos con absoluta normalidad. Los carnavales están más fuertes y organizados que nunca (rara es la ciudad o pueblo que no los programa oficialmente), pero han perdido su carácter simbólico, su esencia, que no es otra que la trasgresión temporal. ¿Cómo mantener esa trasgresión de solo tres días cuando trasgresiones mayores se pueden realizar los otros 362 (uno más si es bisiesto)? Hace tiempo, siglos, la gente esperaba la llegada de los carnavales para poder hacer lo que el resto del año le estaba prohibido y castigado. Podía criticar y reírse de los poderosos, de las autoridades, de la Iglesia inquisidora… Los disfraces le daban carta blanca para obrar a su antojo, para gozar de una libertad extrema y desconocida hasta entonces. Y un menesteroso se disfrazaba de rey. Y un mísero pedigüeño de obispo. Y una prostituta de monja. Y un humilde campesino de terrateniente. El mundo se volvía del revés y aquellos tres días parecían dar energía y aguante a quienes vivían sojuzgados antes y después de ese paréntesis lúdico y revolucionario. Con la llegada del Miércoles de Ceniza todo retornaba a lo que había sido antes del Domingo Gordo. Ese liberador cambio que suponían los carnavales ya no se da en la actualidad. ¿No andamos disfrazados de cuerpo y alma casi siempre?, ¿a alguien puede extrañarle ciertas declaraciones, salidas de pata de banco, programas en los que se premia a quien más chorradas realiza? No hacen falta las carnestolendas para ver y "admirar" estas cositas. Son ya el pan nuestro de cada día. Y no hay gremio que se salve. Los antruejos personales y colectivos están tan metidos en los tuétanos de la sociedad que nada nos parece desmesurado ni anómalo, incluidas palabras y posturas que niegan hoy lo que dijeron ayer. ¿Para qué subvertir el orden establecido únicamente durante tres días si ya lo hacemos, tal vez sin notarlo, diarios, domingos, festivos y fiestas de guardar. Feliz Cuaresma.