Roberto Peral

Habas Contadas

Roberto Peral


Ande o no ande

05/04/2021

Pancho Varona, fiel escudero de Joaquín Sabina y colchonero a machamartillo, bromeaba a propósito del asunto hace unos días en las redes sociales: «Me ha llegado un mensaje citándome en el Metropolitano para ponerme la primera dosis de la vacuna. Espero que la vuelta no sea en Stamford Bridge». Todavía escocido por la eliminación de su Atlético en Europa a manos del Chelsea, Varona se refería con sorna al nuevo uso de esos grandes recintos que, consagrados en tiempos de paz a acoger espectáculos musicales o deportivos, se han habilitado como centros de inmunización masiva en estos días belicosos.
El genio popular, ante la necesidad de generar términos con que designar las nuevas realidades, los ha bautizado como ‘vacunódromos’, neologismo que ha sido convenientemente bendecido por la Fundación del Español Urgente por adecuarse a las pautas morfológicas del castellano y resultar perfectamente inteligible para el común de los hablantes, y la palabra en cuestión ha pasado a engrosar con naturalidad ese singular diccionario que vamos creando entre todos durante estos meses de pesadilla.
A pesar de la generalización de su uso, los médicos de familia siguen mirando con recelo esos megaespacios de vacunación que, a su entender, impiden aplicar los protocolos específicos diseñados por la salud pública y que se instrumentalizan, poco más o menos, como una representación de gran formato para desviar la atención de los ciudadanos de la errática gestión política de los recursos asistenciales.
Sea como fuere, resulta evidente que las vacunas se siguen administrando con exasperante lentitud, así que la tropa de a pie lo único que implora es que se le inmunice de una santa vez, así sea en un centro de salud, en una plaza de toros o en un parque de atracciones acuático, para que se despeje un tanto nuestro porvenir y se ponga término, entre otros dislates, al estupefaciente espectáculo que nos brinda la Junta de Castilla y León, afanada en abrir y cerrar frenéticamente bares y restaurantes a falta de medidas más razonadas con que combatir la propagación del virus. Solo así llegará el día en que podamos ir a animar al Atleti con el bueno de Panchito Varona.