El desempeño del 46 presidente de los Estados Unidos, Joe Biden, está por escribir, pero mucho antes de sus primeros cien días (una cifra tan tópica como arbitraria) su popularidad está por encima de los pronósticos y su cumplimiento también. Para descalificarle su predecesor, el desmesurado Trump, se refería a él como «Joe, el que tiene sueño». Pero tras su entrada en la Casa Blanca el pasado 20 de enero ni bosteza, ni duerme. Al revés que su predecesor no amanece tuiteando a discreción, ni insultando sin tino, ni fabricando realidades alternativas (mentiras), ni ocupando primeras páginas por sus extravagancias. Biden hace lo contrario, habla poco, promete con prudencia y cumple lo que dice. Esta semana pasada habló a los norteamericanos con formalidad y dos argumentos: plan de recuperación por 1,9 billones de dólares y vacunas. 
Su Plan de recuperación elaborado durante las semanas de electo ha pasado por las dos Cámaras (una travesía siempre complicada en el sistema de gobierno de los EEUU) en un tiempo breve y con un debate intenso hasta la aprobación. Dos tercios de los norteamericanos (incluidos muchos votantes republicanos) apoyan el plan y hay razones para estimar que será determinante para una etapa de crecimiento y prosperidad. Más aun, el plan sienta bases permanentes para una sociedad del bienestar que limite las desigualdades y reduzca la pobreza. Un plan tan decisivo como lo fue el de la Gran Sociedad de la presidencia de Lyndon Jonhson (otro presidente de bajas expectativas) mediados los años sesenta. 
Otro sí para las vacunas. Biden inició su mandato a finales de enero con la campaña de vacunación en marcha. Propuso aplicar 100 millones de vacunas en 100 días y ha alcanzado esa cifra en la mitad de tiempo. Ahora el ritmo es de 2,5 millones al día (creciendo) lleva a estimar que para el 4 de julio (día de la Independencia) fiesta nacional muy celebrada, los Estados Unidos pueden estar libres de covid. 
Este tipo acusado de padecer sueño, resulta que está despierto y cumple más allá de las promesas; rara avis en la política actual.