Belén Delgado

Plaza Mayor

Belén Delgado


Incógnitas escolares

24/08/2020

A estas alturas ya ha quedado claro que, a falta de medicinas, ese calmante colectivo de que el coronavirus es muy ‘democrático’ y nos afecta a todos por igual es un cuento (dejemos lo de si chino o no, dadas las circunstancias). No es igual pasar tres meses encerrados en un piso de 65 metros cuadrados cuya ventana mejor orientada da a un patio interior que en un ático con una terraza de 50 metros o una casa con jardín. No es igual acabar en un ERTE pero seguir laboralmente vivos, que irse directamente al paro o tener que ‘comerse’ la inversión en un negocio autónomo sin futuro.
Y con la educación pasa otro tanto. Internet iba a ser la gran autopista globalizadora e igualitaria. Un clic y todos accedemos a los mismos contenidos. Pero a menos de dos semanas para el arranque del curso escolar, su desarrollo parece estar cada vez más lejos de la pizarra de clase y más cerca de una pantalla individual. Para quien la tenga, claro. Si levantamos la vista y miramos al exterior vemos países como México, Perú o China donde el día de los escolares no arranca con el bullicio junto a los compañeros de clase sino con el destello de un televisor. Ante la falta de acceso a las tecnologías, mil millones de niños en el mundo empiezan a recibir clases analógicas. Les conectan a contenidos educativos como si fueran serie infantiles.
Regresando a casa, si finalmente acabamos por arrancar el curso de forma digital, el reto que se nos presenta es enorme. Otra cuarentena escolar provocará que la gestión educativa dependa mucho más de los padres, ya bastante abrumados con la conciliación de horarios. A diferencia de la primavera pasada, el maestro será el instructor, pero el tipo de alumnos que tendrá al otro lado de la red será más una cuestión familiar que de capacidades del estudiante. Y los expertos ya avisan de la crudeza de las cifras de familias con carencias para el próximo otoño-invierno.
No hay democracia igualitaria entre los niños con comedor escolar y clases de refuerzo frente a los niños cuya única posibilidad de desayunar es en el colegio. Y cuyo enganche digital es un teléfono móvil, a veces compartido. Definitivamente, despejar las dudas con las que arrancará este curso marcará la capacidad de las administraciones de no dejar a nadie descolgado. Empezar la escuela en desventaja suele concluir sin llegar a ninguna meta. Y seguir dando vueltas a la rueda de las injusticias.