Juan Francisco Lorenzo

Pensar con los ojos

Juan Francisco Lorenzo


Sida y coronavirus

07/12/2020

Aquella epidemia diezmó a los jóvenes, los mayores no parecían una población de riesgo, aunque pronto se comprobó que también podían enfermar. Esta, está diezmando a la población de mayor edad aunque los jóvenes por mucho que se sientan protegidos por su edad, no están exentos. Aquella era, es, una enfermedad trasmisible: solo la padecen las personas que se exponen voluntariamente a un riesgo: sexo no seguro o drogas inyectadas en vena. Esta es una enfermedad infecto-contagiosa: aunque no te expongas voluntariamente a contraerla te puede alcanzar, pero sabiendo lo que ya sabemos se la puede trasformar en trasmisible evitando los riesgos ya conocidos sobre cómo nos puede afectar.
Con aquella se reclamó una vacuna, pero 35 años después aún no existe aunque, a decir verdad, puede que ya no sea necesaria: los fármacos que se usan para controlarla son eficaces, potentes, sin efectos secundarios y en este país, de acceso universal. Para el virus actual habrá vacuna en un tiempo récord: tras un año de pandemia ya está conseguida y en breve se empezará a usar.
El sida apareció en un entorno sanitario robusto, con una sanidad pública en alza que habilitó los recursos necesarios para afrontarla adecuadamente. Generó un movimiento ciudadano reivindicativo y creíble que fue consiguiendo sus objetivos de atención a los enfermos tanto desde un punto de vista médico como social, y muchos de esos recursos aún son necesarios y siguen vigentes.
El coronavirus ha aterrizado en un entorno sanitario débil, enfermo de codicia por parte de los mercaderes de la sanidad pública que a fuerza de privatizaciones encubiertas, la han ido cediendo al mejor postor bajo el pretexto de una mejor atención y, cuando lo público se privatiza, deja de ser el patrimonio de quienes no tienen patrimonio y pasa a formar parte del patrimonio personal de sus nuevos gestores.
El sida generó mucho miedo, el coronavirus también, pero en el sida nunca se levantaron barreras de contención para evitar contagios.
El sida daba titulares, el coronavirus aburre, ha monopolizado la información hasta hacerla insoportable. Tienen similitudes y diferencias, uno está bajo control y con el otro estamos cerca de poder hacerlo.